Barragán se dirigió al hotel a buscar a Jorge. Tenían muy poco tiempo para llegar a horario a Palacio.
Jorge estaba parado en la puerta del hotel.
Ascendió y partieron. La residencia de la Reina estaba muy próxima.
Personal de la custodia de Barragán intercambió unas palabras con la gente de protocolo y el oficial a cargo de la Guardia Real.
Se abrieron las puertas de Palacio e ingresaron.
Frankie descendió del SAV. Jorge lo tenía con su correa. Frankie nunca circulaba sin su correa en espacios al aire libre.
A los pocos minutos, apareció la Reina Isabel, rodeada de sus perros Welsh Corgi (4), Cocker Spaniels (5) y un par de Labrador Retrievers. Era conocida la devoción que sentía por ellos. Los llevaron a todos a un gran jardín, donde existía un sector cercado, los soltaron a todos, estarían muy seguros. Enseguida empezaron a correr por todos lados. Jorge no se cansaba de fotografiarlos.
La Reina, luego de saludar a Barragán, a quien conocía muy bien, de viajes anteriores, lo invitó a pasar a Palacio, obviamente la vida de su nieto se encontraba comprometida.
Ingresaron, y Barragán fue invitado a firmar el Libro de Invitados Ilustres, algo reservado para muy pocos.
El cariño y respeto que la familia real le había demostrado históricamente lo llenaba de orgullo.
Barragán extrajo de su chaqueta Barbour su lapicera. Una Pelikan Souverän M1000. Con un gran plumín en oro 18 quilates, decorado con Rodio. Firmó. El trazo, era único, con una pluma 3B, lo decía todo.
Barragán era un coleccionista de lapiceras desde muy chico, Parker 51, Parker 61, Parker 75 (regalo de su padre, con la cual había hecho sus exámenes en la facultad y firmado su título de Contador Público), diversas Montblanc, desde la clásica 149, otras como la Solitaire en plata, una edición limitada en Lapiz Lazuli y Oro, las Dupont francesas, la Namiki japonesa, sus Alfred Dunhill AD2000 en Fibra de Carbono (en realidad, producida también por Namiki), con su plumín Stub, Louis Vuitton, y muchas más...pero la Pelikan, era seguramente su preferida.
La Reina le manifestó su preocupación por los hechos acontecidos, le preguntó como lo había visto a Carlos.
Barragán le transmitió toda la tranquilidad como solo él podía hacerlo.
Se despidió.
La Reina Isabel, al igual que muchos otros, respiró profundo y tranquila.
Estamos en las mejores manos, pensó, no hay duda.
Barragán tenía que ir a visitar al Primer Ministro. Saludó a Frankie y a Jorge. Los pasaría a buscar a su regreso de Downing Street.
Sunday, May 18, 2008
Portobello Market
Barragán encendió la X6. El sonido del motor, como todo producto de la marca germana BMW, era simplemente magnífico.
Frankie se sentó en el asiento del acompañante. Resultó imposible convencerlo que se sentara atrás, como solía hacerlo siempre, por medidas de seguridad. La ansiedad por encontrarse con Flopy lo podía.
Las motocicletas de la custodia que lo acompañaban, iban abriendo el camino. El trabajo era desempeñado por verdaderos profesionales, era cuasi imposible realizarlo en el centro de Londres, sin embargo ellos podían.
Barragán tenía sintonizada la radio del team, lo cual le permitía adelantarse en cada una de las maniobras. Eran muy precisas las indicaciones respecto del próximo obstáculo a salvar.
Frankie disfrutaba el recorrido, la velocidad, las sirenas y las luces, como lo que era, un chico...En pocos días se había ganado el cariño de todos los miembros de la custodia, de la gente de Scotland Yard, el SIS, y ni hablar del personal del hotel.
De hecho, había recibido una invitación muy especial para hoy a la tarde, ir a jugar a los jardines del Palacio, con los perros de la Reina Isabel. Ya lo habían bañado en el hotel y Jorge lo iba a acompañar.
Llegaron a la estación de trenes. Barragán y Frankie se bajaron del vehiculo. A los pocos minutos aparecieron Flopy y María. Las ayudaron con el equipaje.
Flopy se había recibido de Contador Público, la misma profesión de su abuelo paterno y de su padre. El viaje era para celebrarlo con su mamá. La estaban pasando muy bien, venían de París, donde habían alquilado un departamento, estaban un par de días en Londres y luego regresaban nuevamente a París.
Barragán pensó en su padre. Adoraba a esa nena. Imaginó como se sentiría al verla recibida. Seguro la estaba viendo, desde lo alto. Había fallecido hacía 16 años.
Los padres de Barragán se habían conocido en la facultad de ciencias económicas. Por otra parte, Edu estudiaba para la Licenciatura en Economía.
Se le cayeron unas lágrimas...apretó fuerte a Frankie y besó a su hija.
Subieron todos al auto, ahora si Frankie, cedió milagrosamente su lugar a Flopy en el asiento delantero. María y él se sentaron atrás.
La pregunta en la radio, fue muy clara:
- Are you ready?
- Yes.
- Notting Hill. Confirmed?
- Confirmed.
- Go, Go, Go.
Parecían caballos desbocados....en una perfecta formación.
She, por Elvis Costello, sonaba en el equipo Harman Kardon de la X6, el mismo de su autómovil en Buenos Aires.
La "clásica" banda de sonido de la película Notting Hill.
Llegaron muy rápido a Portobello Market. Anthony, un amigo londinense de Barragán les había recomendado la mejor hora para ir a visitarlo.
Flopy y María bajaron, Barragán les llevaría el equipaje al hotel.
Era hora de llevar a Frankie, para su visita al Palacio.
Mientras tanto, Barragán visitaría el Nro. 10 de DS.
Frankie se sentó en el asiento del acompañante. Resultó imposible convencerlo que se sentara atrás, como solía hacerlo siempre, por medidas de seguridad. La ansiedad por encontrarse con Flopy lo podía.
Las motocicletas de la custodia que lo acompañaban, iban abriendo el camino. El trabajo era desempeñado por verdaderos profesionales, era cuasi imposible realizarlo en el centro de Londres, sin embargo ellos podían.
Barragán tenía sintonizada la radio del team, lo cual le permitía adelantarse en cada una de las maniobras. Eran muy precisas las indicaciones respecto del próximo obstáculo a salvar.
Frankie disfrutaba el recorrido, la velocidad, las sirenas y las luces, como lo que era, un chico...En pocos días se había ganado el cariño de todos los miembros de la custodia, de la gente de Scotland Yard, el SIS, y ni hablar del personal del hotel.
De hecho, había recibido una invitación muy especial para hoy a la tarde, ir a jugar a los jardines del Palacio, con los perros de la Reina Isabel. Ya lo habían bañado en el hotel y Jorge lo iba a acompañar.
Llegaron a la estación de trenes. Barragán y Frankie se bajaron del vehiculo. A los pocos minutos aparecieron Flopy y María. Las ayudaron con el equipaje.
Flopy se había recibido de Contador Público, la misma profesión de su abuelo paterno y de su padre. El viaje era para celebrarlo con su mamá. La estaban pasando muy bien, venían de París, donde habían alquilado un departamento, estaban un par de días en Londres y luego regresaban nuevamente a París.
Barragán pensó en su padre. Adoraba a esa nena. Imaginó como se sentiría al verla recibida. Seguro la estaba viendo, desde lo alto. Había fallecido hacía 16 años.
Los padres de Barragán se habían conocido en la facultad de ciencias económicas. Por otra parte, Edu estudiaba para la Licenciatura en Economía.
Se le cayeron unas lágrimas...apretó fuerte a Frankie y besó a su hija.
Subieron todos al auto, ahora si Frankie, cedió milagrosamente su lugar a Flopy en el asiento delantero. María y él se sentaron atrás.
La pregunta en la radio, fue muy clara:
- Are you ready?
- Yes.
- Notting Hill. Confirmed?
- Confirmed.
- Go, Go, Go.
Parecían caballos desbocados....en una perfecta formación.
She, por Elvis Costello, sonaba en el equipo Harman Kardon de la X6, el mismo de su autómovil en Buenos Aires.
La "clásica" banda de sonido de la película Notting Hill.
Llegaron muy rápido a Portobello Market. Anthony, un amigo londinense de Barragán les había recomendado la mejor hora para ir a visitarlo.
Flopy y María bajaron, Barragán les llevaría el equipaje al hotel.
Era hora de llevar a Frankie, para su visita al Palacio.
Mientras tanto, Barragán visitaría el Nro. 10 de DS.
Friday, May 16, 2008
London
Frankie se subió al interior del Bentley, y se instaló cómodamente en el asiento trasero. Le habían colocado una funda para que no se arruinara el tapizado de cuero del auto.
Barragán se acomodó en el asiento de conductor, verificó especialmente la posición del mismo, de los espejos, luces, sistemas electrónicos de control de tracción, etc., seleccionó un CD, el de la película Notting Hill, esa tarde estaban arribando a Londres Flopy y María, desde París. Era sábado, el día para ir a visitar Portobello Market.
Decidió ir a buscarlas a la estación de tren y alcanzarlas hasta el mercado, venían únicamente por un par de días y no iban a tener mucho tiempo, así que había que aprovecharlo al máximo.
Por otra parte, eran indudables las intenciones de Frankie, lo único que deseaba era ir a pasear y jugar bajo la lluvia con su Papuch.
Y Barragán seguía siempre una regla de oro...cualquiera fuera el proyecto en el cual se encontrara involucrado, siempre lo primero era "cumplir" con sus hijos, Flopy y Edu, y con Frankuch. Todos sus clientes la conocían y en todos sus años de profesión, nadie, absolutamente nadie, se había animado, ni siquiera a desear violarla.
Frankie se dió cuenta que sería un día muy especial para los dos, encontrarse con Flopy lo iba a llenar de alegría, adoraba a su "hermana", al igual que a Edu.
Frankie iba acostado, mientras el auto circulara a gran velocidad, todo estaba bien para él. El problema era cuando el auto se detenía, no lo toleraba.
Ingresaron al centro de Londres, camino al hotel.
Arribaron, Frankie fue saludado por todos los miembros del staff, se quedó jugando con ellos, mientras Barragán se comunicaba con el Príncipe Charles, a quien le comentó los frutos de su conversación con la Srta. K. Existían muchas aristas interesantes para ser analizadas. Charles le agradeció y ganaba en confianza. El porcentaje de solución de casos de Barragán ascendía, simplemente al ciento por ciento, lo cual obviamente no era poco.
Barragán subió a la Master Suite. Paula lo recibió con un beso muy dulce, que invitaba a más. Pidieron el almuerzo para ser servido en el cuarto, para ellos dos, y la comida de Frankie.
Sonó el teléfono, le avisaron que Frankie se había encontrado en la planta baja, con Jorge, su veterinario, seguramente no subiría a comer con ellos.
Miró su reloj, era tarde, tenían que apurarse para ir a buscar a Flopy a la estación.
Llevaron una camioneta BMW X6, en el auto, no iban a entrar todos, junto con las maletas, más tratándose de dos mujeres.
Barragán se acomodó en el asiento de conductor, verificó especialmente la posición del mismo, de los espejos, luces, sistemas electrónicos de control de tracción, etc., seleccionó un CD, el de la película Notting Hill, esa tarde estaban arribando a Londres Flopy y María, desde París. Era sábado, el día para ir a visitar Portobello Market.
Decidió ir a buscarlas a la estación de tren y alcanzarlas hasta el mercado, venían únicamente por un par de días y no iban a tener mucho tiempo, así que había que aprovecharlo al máximo.
Por otra parte, eran indudables las intenciones de Frankie, lo único que deseaba era ir a pasear y jugar bajo la lluvia con su Papuch.
Y Barragán seguía siempre una regla de oro...cualquiera fuera el proyecto en el cual se encontrara involucrado, siempre lo primero era "cumplir" con sus hijos, Flopy y Edu, y con Frankuch. Todos sus clientes la conocían y en todos sus años de profesión, nadie, absolutamente nadie, se había animado, ni siquiera a desear violarla.
Frankie se dió cuenta que sería un día muy especial para los dos, encontrarse con Flopy lo iba a llenar de alegría, adoraba a su "hermana", al igual que a Edu.
Frankie iba acostado, mientras el auto circulara a gran velocidad, todo estaba bien para él. El problema era cuando el auto se detenía, no lo toleraba.
Ingresaron al centro de Londres, camino al hotel.
Arribaron, Frankie fue saludado por todos los miembros del staff, se quedó jugando con ellos, mientras Barragán se comunicaba con el Príncipe Charles, a quien le comentó los frutos de su conversación con la Srta. K. Existían muchas aristas interesantes para ser analizadas. Charles le agradeció y ganaba en confianza. El porcentaje de solución de casos de Barragán ascendía, simplemente al ciento por ciento, lo cual obviamente no era poco.
Barragán subió a la Master Suite. Paula lo recibió con un beso muy dulce, que invitaba a más. Pidieron el almuerzo para ser servido en el cuarto, para ellos dos, y la comida de Frankie.
Sonó el teléfono, le avisaron que Frankie se había encontrado en la planta baja, con Jorge, su veterinario, seguramente no subiría a comer con ellos.
Miró su reloj, era tarde, tenían que apurarse para ir a buscar a Flopy a la estación.
Llevaron una camioneta BMW X6, en el auto, no iban a entrar todos, junto con las maletas, más tratándose de dos mujeres.
Sunday, May 11, 2008
Srta. K
6:30 de la madrugada, Eduardo Barragán sintió frío en su nariz, se despertó, la sensación era inconfundible, una trompa enorme se encontraba literalmente pegada a él, abrió sus ojos y se enfrentó con otros dos enormes color ámbar, aún a pesar de la oscuridad, el inusual brillo los distinguiría a kilómetros.
Frankie lo miraba como solo él podía hacerlo, tenía muchas ganas de jugar con su Papuch, hacía bastante tiempo que no compartían sus días de juego y trabajo.
Barragán lo acarició en la cabeza, arriba, entre las orejas como le gustaba, se sentó...podía quedarse así por horas, pero había que salir, tenían un encuentro con alguien muy especial.
Saltó de la cama, se dirigió al baño, se duchó, afeitada, higiene bucal un poco de perfume y ya estaba casi listo.
Seleccionó un conjunto completo de Barbour, botas, pantalones pinzados, una camisa escocesa y la típica campera encerada de algodón egipcio.
Le colocó a Frankie su capa Barbour.
La lluvia continuaba, debían estar protegidos.
Bajaron al Executive Lounge y tomaron su acostumbrado desayuno, algo frugal, todo muy sano. Frankie tenía preparado su plato con Eukanuba y un pote de porcelana inglesa lleno de agua mineral bien fría.
A los quince minutos, ya estaban en marcha, a bordo del Bentley, camino a la campiña inglesa. Frankie iba sentado atrás observando toda la ciudad, mientras Barragán conducía a alta velocidad. Barry White sonaba en el equipo de audio.
Luego de aproximadamente una hora de viaje, arribaron a un pequeño poblado, tenían que encontrar la hostería Robin Hood.
No era nada díficil, el GPS del auto, había sido ya "ajustado" por la gente del SIS, y lo dirigió al destino final en cuestión de minutos.
La divisaron en una esquina, el típico cartel de madera colgante, y una tenue luz se divisaba a través de las ventanas.
Estacionó, bajaron, Frankie lanzó un ladrido de descontento, si bien era un Weimaraner, un perro de caza de origen alemán, estaba muy acostumbrado a la vida de las ciudades, embarrarse sus patas no era su idea de algo muy divertido, pero con tal de estar con Barragán, todo estaba bien en definitiva.
Abrieron la puerta, una pequeña barra la enfrentaba, una chica pelirroja, con su cabello muy largo, ojos verdes, tez muy blanca con pecas, de aproximadamente 35 años los saludó y les ofreció algo para tomar. Era temprano, pero Barragán optó por una J.W. Lees Vintage Harvest Ale, una excelente cerveza británica.
Tomó asiento en una mesa, en una esquina apartada del salón. A los pocos minutos ingresó una joven con cabello largo, morocha, un jean y una campera, con un look muy tranquilo. Le dió un beso y acarició a Frankie.
La Srta. K, como le gustaba llamarla, tenía aproximadamente 26 años estaba unida al Príncipe desde hacía bastante tiempo. Su colaboración podría resultar de fundamental importancia en la investigación.
Realizaron un rápido repaso de la infancia del Príncipe y se detuvieron en el análisis de los últimos años: facultad, fuerzas armadas, actividades de caridad.
Frankie no dejaba que jugar con ella. Todavía recordaba una tarde que habíamos pasado todos juntos en Clarence House. Se hicieron grandes amigos. Ella adoraba a los perros y Frankie a ella.
Barragán fue dibujando un mapa con los diversos personajes que ella relataba.
Frankie lo miraba como solo él podía hacerlo, tenía muchas ganas de jugar con su Papuch, hacía bastante tiempo que no compartían sus días de juego y trabajo.
Barragán lo acarició en la cabeza, arriba, entre las orejas como le gustaba, se sentó...podía quedarse así por horas, pero había que salir, tenían un encuentro con alguien muy especial.
Saltó de la cama, se dirigió al baño, se duchó, afeitada, higiene bucal un poco de perfume y ya estaba casi listo.
Seleccionó un conjunto completo de Barbour, botas, pantalones pinzados, una camisa escocesa y la típica campera encerada de algodón egipcio.
Le colocó a Frankie su capa Barbour.
La lluvia continuaba, debían estar protegidos.
Bajaron al Executive Lounge y tomaron su acostumbrado desayuno, algo frugal, todo muy sano. Frankie tenía preparado su plato con Eukanuba y un pote de porcelana inglesa lleno de agua mineral bien fría.
A los quince minutos, ya estaban en marcha, a bordo del Bentley, camino a la campiña inglesa. Frankie iba sentado atrás observando toda la ciudad, mientras Barragán conducía a alta velocidad. Barry White sonaba en el equipo de audio.
Luego de aproximadamente una hora de viaje, arribaron a un pequeño poblado, tenían que encontrar la hostería Robin Hood.
No era nada díficil, el GPS del auto, había sido ya "ajustado" por la gente del SIS, y lo dirigió al destino final en cuestión de minutos.
La divisaron en una esquina, el típico cartel de madera colgante, y una tenue luz se divisaba a través de las ventanas.
Estacionó, bajaron, Frankie lanzó un ladrido de descontento, si bien era un Weimaraner, un perro de caza de origen alemán, estaba muy acostumbrado a la vida de las ciudades, embarrarse sus patas no era su idea de algo muy divertido, pero con tal de estar con Barragán, todo estaba bien en definitiva.
Abrieron la puerta, una pequeña barra la enfrentaba, una chica pelirroja, con su cabello muy largo, ojos verdes, tez muy blanca con pecas, de aproximadamente 35 años los saludó y les ofreció algo para tomar. Era temprano, pero Barragán optó por una J.W. Lees Vintage Harvest Ale, una excelente cerveza británica.
Tomó asiento en una mesa, en una esquina apartada del salón. A los pocos minutos ingresó una joven con cabello largo, morocha, un jean y una campera, con un look muy tranquilo. Le dió un beso y acarició a Frankie.
La Srta. K, como le gustaba llamarla, tenía aproximadamente 26 años estaba unida al Príncipe desde hacía bastante tiempo. Su colaboración podría resultar de fundamental importancia en la investigación.
Realizaron un rápido repaso de la infancia del Príncipe y se detuvieron en el análisis de los últimos años: facultad, fuerzas armadas, actividades de caridad.
Frankie no dejaba que jugar con ella. Todavía recordaba una tarde que habíamos pasado todos juntos en Clarence House. Se hicieron grandes amigos. Ella adoraba a los perros y Frankie a ella.
Barragán fue dibujando un mapa con los diversos personajes que ella relataba.
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