Tuesday, April 26, 2011
Saturday, November 8, 2008
Demon
La lluvia continuaba, la noche muy cerrada y bastante fría.
La gente del servicio secreto los seguían muy discretamente, algunos a pie, otros en automóviles y motocicletas. El gobierno británico tomaba todos los recaudos imaginables para proteger a sus dos distinguidos huéspedes.
Frankie seguía "conversando" con su hermano Edu. Sus ladridos eran continuos, no le dejaba a Edu intercalar una palabra.
Barragán se emocionó. Por un momento recordó la relación que tenía con su perro Voltaire, durante los veinte años que vivió. Había conocido a Jorge cuando se enfermó.
Luego de bastante "lucha" Frankie accedió a darle el teléfono. Por fin!
Edu le contó que ya había recibido el Demon. Estaba muy contento.
Demon era el nombre de su nuevo vehículo. Un BMW535, con un equipamiento verdaderamente sorprendente.
Quedaron en hablarse por la mañana siguiente, hora de Buenos Aires. Frankie ladró para despedirse cuando Barragán le hizo una seña para indicarle que iba a cortar la comunicación.
Estaban caminando por Trafalgar Square, cuando una pareja de ancianos que caminaban unos metros delante de ellos fue atacada por dos hombres.
Frankie levantó su vista y miro a Barragán de reojo. Su mirada lo dijo todo. Estaba pidiendo permiso.
Barragán sonrió y lo soltó de su correa.
El Weimaraner es el animal doméstico más veloz del mundo. No es un dato menor. Seguramente los delincuentes no lo conocían.
Barragán alertó por el handy. Las motocicletas de la custodia aceleraron. Eran BMs. No hacían falta mayores comentarios.
Frankie tardó segundos en derribar al primer ladrón. Lo mordió y lo desarmó. El otro lo miró. Cuando inició un movimiento para subir el brazo y apuntarle, Frankie ya se había colgado literalmente de su cuello.
Si había algo que no toleraba, era que alguien lo apuntara con una pistola.
Como Barragán, era muy díficil verlo enojado, pero ahora lo estaba realmente.
Barragán le ordenó firmemente que lo soltara. Caso contrario tendrían que participar de un funeral, para lo cual no tenían tiempo y Barragán odiaba los trámites burocráticos.
Cuando se retiraban el malviviente les agradeció. Reconoció que le habían perdonado la vida. Frankie lo miró fijamente. Su mensaje fue claro, no lo quería volver a ver y era la última oportunidad que su corazón continuara latiendo.
La policía se ocupó de los ladrones. Una ambulancia había llegado para atender a la pareja. Afortunadamente se encontraban bien. Nada más que el susto.
Le agradecieron a Barragán por la intervención. La mujer se agachó y abrazó a Frankie. El le dio un beso a la señora. Sacó una tarjeta de Barragán de su campera y se la entregó.
Frankie era un justiciero. Nadie podía atacar a una persona mayor, a un niño y ni hablar a otro animal. No medía las consecuencias. Su contraataque era inmediato, fulminante y letal.
Igualaba a su Papuch, en su mensaje educador...
La gente del servicio secreto los seguían muy discretamente, algunos a pie, otros en automóviles y motocicletas. El gobierno británico tomaba todos los recaudos imaginables para proteger a sus dos distinguidos huéspedes.
Frankie seguía "conversando" con su hermano Edu. Sus ladridos eran continuos, no le dejaba a Edu intercalar una palabra.
Barragán se emocionó. Por un momento recordó la relación que tenía con su perro Voltaire, durante los veinte años que vivió. Había conocido a Jorge cuando se enfermó.
Luego de bastante "lucha" Frankie accedió a darle el teléfono. Por fin!
Edu le contó que ya había recibido el Demon. Estaba muy contento.
Demon era el nombre de su nuevo vehículo. Un BMW535, con un equipamiento verdaderamente sorprendente.
Quedaron en hablarse por la mañana siguiente, hora de Buenos Aires. Frankie ladró para despedirse cuando Barragán le hizo una seña para indicarle que iba a cortar la comunicación.
Estaban caminando por Trafalgar Square, cuando una pareja de ancianos que caminaban unos metros delante de ellos fue atacada por dos hombres.
Frankie levantó su vista y miro a Barragán de reojo. Su mirada lo dijo todo. Estaba pidiendo permiso.
Barragán sonrió y lo soltó de su correa.
El Weimaraner es el animal doméstico más veloz del mundo. No es un dato menor. Seguramente los delincuentes no lo conocían.
Barragán alertó por el handy. Las motocicletas de la custodia aceleraron. Eran BMs. No hacían falta mayores comentarios.
Frankie tardó segundos en derribar al primer ladrón. Lo mordió y lo desarmó. El otro lo miró. Cuando inició un movimiento para subir el brazo y apuntarle, Frankie ya se había colgado literalmente de su cuello.
Si había algo que no toleraba, era que alguien lo apuntara con una pistola.
Como Barragán, era muy díficil verlo enojado, pero ahora lo estaba realmente.
Barragán le ordenó firmemente que lo soltara. Caso contrario tendrían que participar de un funeral, para lo cual no tenían tiempo y Barragán odiaba los trámites burocráticos.
Cuando se retiraban el malviviente les agradeció. Reconoció que le habían perdonado la vida. Frankie lo miró fijamente. Su mensaje fue claro, no lo quería volver a ver y era la última oportunidad que su corazón continuara latiendo.
La policía se ocupó de los ladrones. Una ambulancia había llegado para atender a la pareja. Afortunadamente se encontraban bien. Nada más que el susto.
Le agradecieron a Barragán por la intervención. La mujer se agachó y abrazó a Frankie. El le dio un beso a la señora. Sacó una tarjeta de Barragán de su campera y se la entregó.
Frankie era un justiciero. Nadie podía atacar a una persona mayor, a un niño y ni hablar a otro animal. No medía las consecuencias. Su contraataque era inmediato, fulminante y letal.
Igualaba a su Papuch, en su mensaje educador...
Sunday, November 2, 2008
Día de descanso
Era domingo, permanecieron en la cama más de lo habitual.
Paula le dió un beso, suavemente.
Frankie, no podía ser menos, se le tiró encima, bruscamente, era su forma de saludar por las mañanas. En realidad a toda hora. Era bastante torpe en sus numerosas muestras de cariño con Barragán.
Comprendido el claro mensaje, Barragán le dio un beso en la trompa y se dispuso a disfrutar de su baño. Un verdadero ritual.
Al cabo del mismo, bajaron a desayunar. Paula se había duchado previamente.
Jorge los esperaba en el salón, estaba hojeando los diarios del día.
El gerente del hotel se acercó a saludarlos y le entregó a Barragán una caja de FedEx.
La habían remitido de su oficina en Buenos Aires. Imaginó el contenido, lo estaba esperando ansioso.
Dos BlackBerry 9000 Bold, y dos iPhone 3G, los últimos modelos de ambas compañías.
Uno de los iPhone, poseía grabada en el perfil posterior una dedicatoria muy particular: "Para Frankie, especialmente" Firmado: Steve Jobs.
Si, el mísmisimo fundador y CEO de Apple, sin lugar a dudas una de las personalidades de la tecnología, dedicándole el equipo, un verdadero suceso en el mercado mundial, a Frankie.
Barragán le encendió el teléfono. Ya venía precargado de fábrica el iTunes con la música que le gustaba a Frankie. Steve nunca perdía un detalle.
Barragán le enseño como podía seleccionar los temas de sus artistas favoritos, simplemente presionando sobre la pantalla, con sensibilidad táctil.
Obviamente, Frankie no leía (por ahora), pero estaba acostumbrado a ver las cubiertas de los CDs, DVDs y discos de vinilo de Barragán. Sabía identificar muy bien los artistas de su preferencia.
El iPhone las traía cargadas. Steve lo había hecho, justamente para que Frankie tuviera la facilidad y la libertad de elegir sus temas. La gente de Shure le había hecho unos monitores, in-ear, a su medida.
Frankie, no lo podía creer. Estaba fascinado escuchando SU música. Empezó con Barry White y su Let The Music Play! Era muy gracioso verlo "bailando" en el medio del salón. El personal del hotel y los restantes huéspedes lo aplaudían de pie!
Era hora de ir finalizando con su "show". Irían a pasear por la ciudad. El tiempo continuaba lluvioso y el pronóstico anunciaba tormentas para el resto del día. Paula subió a vestir a Frankie adecuadamente. Odiaba mojarse.
Los miembros del cuerpo de seguridad trajeron la X6 a la puerta del hotel.
Paula y Frankie bajaron, ella con la típica campara Barbour verde y él con una capa Barbour azul.
Se subieron al auto. Barragán al volante, Paula de copiloto, Frankie y Jorge atrás. Obviamente Frankie sentado atrás de Barragán.
Apenas se subió, lanzó su aullido característico. Barragán lo comprendió de inmediato. Arrancó a toda velocidad. Frankie le dio un beso a su Papuch en la oreja.
En un semáforo, empezó a ladrar. Nadie entendía que le pasaba, excepto Barragán. Quería que le encendieran el BlackBerry ahora. Seguramente quería llamar a alguno de sus dos hermanos, Flopy y Edu.
La gente de Research in Motion (RIM), la compañía canadiense, desarrolladora del BB, también había aportado lo suyo. Le habían adaptado el sistema de discado por voz. Según como Frankie ladrara se podía comunicar con alguno de sus contactos. Jorge, Paula, Flopy, Edu y obviamente su Papuch. Asimismo con servicios de emergencia, policía, bomberos y médicos.
Barragán nunca salía de su asombro. Era increible como todo el mundo trataba a Frankie.
La ciudad era realmente fantástica. Junto con París, NYC y Buenos Aires, sin lugar a dudas, era una de las capitales del mundo, aunque Barragán se consideraba "ciudadano del planeta" y se sentía muy a gusto en diversas localidades.
Almorzaron en una pequeña posada fuera de la ciudad, luego regresaron al centro, corrieron bajo la lluvia, visitaron Harrods (el personal de seguridad tenía órdenes expresas de franquearle la entrada a Frankie).
Volvieron al hotel por la noche. Continuaba la lluvia, mucho más copiosa que antes, incluso. Frankie le ladró a Barragán. Lo miró. Sus ojos lo decían todo, quería ir a caminar solo con su Papuch.
Barragán se disculpó con Paula y Jorge, pero no podía defraudarlo.
Ellos los miraron atentamente alejarse. Nadie podía dejar de envidiar semejante relación. Solo ellos dos, a nadie le estaba permitido entrometerse.
Frankie ladró y se comunicó por su BlackBerry con su hermano Edu. Al escuchar la voz, su felicidad era completa.
Paula le dió un beso, suavemente.
Frankie, no podía ser menos, se le tiró encima, bruscamente, era su forma de saludar por las mañanas. En realidad a toda hora. Era bastante torpe en sus numerosas muestras de cariño con Barragán.
Comprendido el claro mensaje, Barragán le dio un beso en la trompa y se dispuso a disfrutar de su baño. Un verdadero ritual.
Al cabo del mismo, bajaron a desayunar. Paula se había duchado previamente.
Jorge los esperaba en el salón, estaba hojeando los diarios del día.
El gerente del hotel se acercó a saludarlos y le entregó a Barragán una caja de FedEx.
La habían remitido de su oficina en Buenos Aires. Imaginó el contenido, lo estaba esperando ansioso.
Dos BlackBerry 9000 Bold, y dos iPhone 3G, los últimos modelos de ambas compañías.
Uno de los iPhone, poseía grabada en el perfil posterior una dedicatoria muy particular: "Para Frankie, especialmente" Firmado: Steve Jobs.
Si, el mísmisimo fundador y CEO de Apple, sin lugar a dudas una de las personalidades de la tecnología, dedicándole el equipo, un verdadero suceso en el mercado mundial, a Frankie.
Barragán le encendió el teléfono. Ya venía precargado de fábrica el iTunes con la música que le gustaba a Frankie. Steve nunca perdía un detalle.
Barragán le enseño como podía seleccionar los temas de sus artistas favoritos, simplemente presionando sobre la pantalla, con sensibilidad táctil.
Obviamente, Frankie no leía (por ahora), pero estaba acostumbrado a ver las cubiertas de los CDs, DVDs y discos de vinilo de Barragán. Sabía identificar muy bien los artistas de su preferencia.
El iPhone las traía cargadas. Steve lo había hecho, justamente para que Frankie tuviera la facilidad y la libertad de elegir sus temas. La gente de Shure le había hecho unos monitores, in-ear, a su medida.
Frankie, no lo podía creer. Estaba fascinado escuchando SU música. Empezó con Barry White y su Let The Music Play! Era muy gracioso verlo "bailando" en el medio del salón. El personal del hotel y los restantes huéspedes lo aplaudían de pie!
Era hora de ir finalizando con su "show". Irían a pasear por la ciudad. El tiempo continuaba lluvioso y el pronóstico anunciaba tormentas para el resto del día. Paula subió a vestir a Frankie adecuadamente. Odiaba mojarse.
Los miembros del cuerpo de seguridad trajeron la X6 a la puerta del hotel.
Paula y Frankie bajaron, ella con la típica campara Barbour verde y él con una capa Barbour azul.
Se subieron al auto. Barragán al volante, Paula de copiloto, Frankie y Jorge atrás. Obviamente Frankie sentado atrás de Barragán.
Apenas se subió, lanzó su aullido característico. Barragán lo comprendió de inmediato. Arrancó a toda velocidad. Frankie le dio un beso a su Papuch en la oreja.
En un semáforo, empezó a ladrar. Nadie entendía que le pasaba, excepto Barragán. Quería que le encendieran el BlackBerry ahora. Seguramente quería llamar a alguno de sus dos hermanos, Flopy y Edu.
La gente de Research in Motion (RIM), la compañía canadiense, desarrolladora del BB, también había aportado lo suyo. Le habían adaptado el sistema de discado por voz. Según como Frankie ladrara se podía comunicar con alguno de sus contactos. Jorge, Paula, Flopy, Edu y obviamente su Papuch. Asimismo con servicios de emergencia, policía, bomberos y médicos.
Barragán nunca salía de su asombro. Era increible como todo el mundo trataba a Frankie.
La ciudad era realmente fantástica. Junto con París, NYC y Buenos Aires, sin lugar a dudas, era una de las capitales del mundo, aunque Barragán se consideraba "ciudadano del planeta" y se sentía muy a gusto en diversas localidades.
Almorzaron en una pequeña posada fuera de la ciudad, luego regresaron al centro, corrieron bajo la lluvia, visitaron Harrods (el personal de seguridad tenía órdenes expresas de franquearle la entrada a Frankie).
Volvieron al hotel por la noche. Continuaba la lluvia, mucho más copiosa que antes, incluso. Frankie le ladró a Barragán. Lo miró. Sus ojos lo decían todo, quería ir a caminar solo con su Papuch.
Barragán se disculpó con Paula y Jorge, pero no podía defraudarlo.
Ellos los miraron atentamente alejarse. Nadie podía dejar de envidiar semejante relación. Solo ellos dos, a nadie le estaba permitido entrometerse.
Frankie ladró y se comunicó por su BlackBerry con su hermano Edu. Al escuchar la voz, su felicidad era completa.
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Thursday, June 5, 2008
Frankie disfruta.
La llovizna tenue continuaba...
Barragán decidió "pasear" con la moto. El término "pasear" no debía interpretarse en el sentido usual, sino como diferente a la velocidad promedio habitual que alcanzaba con ella.
Se acercaba a los suburbios de Londres y el tránsito se incrementaba claramente.
Decidió era tiempo de evitar complicaciones.
Comenzó sus conocidas maniobras evasivas. La gente de seguridad desde los helicópteros no podían dejar de suspirar al observarlo desde el aire. Era un verdadero espectáculo. El intercambio de comentarios por los auriculares lo decía todo. Nunca habían visto algo similar.
Se aproximaba muy rápidamente al hotel.
Cuando llegó a la esquina, lo alcanzó a divisar y no lo podía creer, aunque tampoco lo sorprendía, conociéndolo como lo conocía.
Frankie estaba parado en la puerta del mismo, con su capa Ducati y su casco ya colocado, mirando en dirección por la que debería aparecer Barragán, dado el sentido del tránsito.
Sus miradas se cruzaron.
El contacto visual entre ambos lo transmitía todo.
Paula lo sostenía con su correa. Barragán estacionó, se sacó el casco y recibió un beso. La cara de Paula también lo decía todo. Mirada de resignación. Había hecho lo imposible, pero no podía luchar más con él. Debía vestirlo si o si y sacarlo a la calle. Estaba desesperado por encontrarse con su Papuch. En esas circunstancias, la opción era muy sencilla.
Hacer lo que deseaba Frankie o exponerse a uno de sus ataques de furia, destruyendo todo lo que encontraba a su paso. Aunque lo hacía como un juego, el resultado era el mismo.
Se paró en dos patas, con las delanteras sobre el pecho de Barragán. Era su costumbre desde cachorro.
Barragán miró de reojo a la gente de Ducati.
Entendieron claramente el mensaje, uno de ellos afirmó con la cabeza.
Los soportes para Frankie estaban listos. Colocarlos les tomaría solamente unos pocos minutos. Cuatro hombres, dos por cada lateral se pusieron a trabajar inmediatamente en la instalación.
Barragán trató de convencer a Frankie para salir más tarde. Obviamente le resultó imposible. Y lo prometido era deuda.
Se subió a la moto él primero, y luego lo ayudaron a Frankie para que se montara. Comprendió muy bien la utilización de los soportes. Colocó sus patas traseras en cada uno de ellos y sus patas delanteras sobre los hombros de Barragán.
Le dió un beso en la oreja. Ya estaba listo!
Barragán se colocó el casco. Frankie ya tenía el suyo colocado de antemano.
Aceleró suavemente, Frankie hizo su famoso "lobito" a la gente en muestra de agradecimiento y alegría.
El "lobito" era una suerte de sonido profundo y extenso que realizaba puntualmente cuando quería manifestar algo especial.
La gente de Londres los observaba a su paso, y no entendían nada.
Obviamente no es común ver a un perro andando en una motocicleta, y menos aún a un perro con su capa, casco, parado en dos patas, abrazando a su dueño con las delanteras en una Ducati 1098R Tricolore, bajo el cielo gris y lluvioso de esa magnífica ciudad.
Barragán decidió "pasear" con la moto. El término "pasear" no debía interpretarse en el sentido usual, sino como diferente a la velocidad promedio habitual que alcanzaba con ella.
Se acercaba a los suburbios de Londres y el tránsito se incrementaba claramente.
Decidió era tiempo de evitar complicaciones.
Comenzó sus conocidas maniobras evasivas. La gente de seguridad desde los helicópteros no podían dejar de suspirar al observarlo desde el aire. Era un verdadero espectáculo. El intercambio de comentarios por los auriculares lo decía todo. Nunca habían visto algo similar.
Se aproximaba muy rápidamente al hotel.
Cuando llegó a la esquina, lo alcanzó a divisar y no lo podía creer, aunque tampoco lo sorprendía, conociéndolo como lo conocía.
Frankie estaba parado en la puerta del mismo, con su capa Ducati y su casco ya colocado, mirando en dirección por la que debería aparecer Barragán, dado el sentido del tránsito.
Sus miradas se cruzaron.
El contacto visual entre ambos lo transmitía todo.
Paula lo sostenía con su correa. Barragán estacionó, se sacó el casco y recibió un beso. La cara de Paula también lo decía todo. Mirada de resignación. Había hecho lo imposible, pero no podía luchar más con él. Debía vestirlo si o si y sacarlo a la calle. Estaba desesperado por encontrarse con su Papuch. En esas circunstancias, la opción era muy sencilla.
Hacer lo que deseaba Frankie o exponerse a uno de sus ataques de furia, destruyendo todo lo que encontraba a su paso. Aunque lo hacía como un juego, el resultado era el mismo.
Se paró en dos patas, con las delanteras sobre el pecho de Barragán. Era su costumbre desde cachorro.
Barragán miró de reojo a la gente de Ducati.
Entendieron claramente el mensaje, uno de ellos afirmó con la cabeza.
Los soportes para Frankie estaban listos. Colocarlos les tomaría solamente unos pocos minutos. Cuatro hombres, dos por cada lateral se pusieron a trabajar inmediatamente en la instalación.
Barragán trató de convencer a Frankie para salir más tarde. Obviamente le resultó imposible. Y lo prometido era deuda.
Se subió a la moto él primero, y luego lo ayudaron a Frankie para que se montara. Comprendió muy bien la utilización de los soportes. Colocó sus patas traseras en cada uno de ellos y sus patas delanteras sobre los hombros de Barragán.
Le dió un beso en la oreja. Ya estaba listo!
Barragán se colocó el casco. Frankie ya tenía el suyo colocado de antemano.
Aceleró suavemente, Frankie hizo su famoso "lobito" a la gente en muestra de agradecimiento y alegría.
El "lobito" era una suerte de sonido profundo y extenso que realizaba puntualmente cuando quería manifestar algo especial.
La gente de Londres los observaba a su paso, y no entendían nada.
Obviamente no es común ver a un perro andando en una motocicleta, y menos aún a un perro con su capa, casco, parado en dos patas, abrazando a su dueño con las delanteras en una Ducati 1098R Tricolore, bajo el cielo gris y lluvioso de esa magnífica ciudad.
Wednesday, June 4, 2008
Srta. K., nuevamente...
Barragán conducía totalmente concentrado.
Si bien es cierto lo hacía siempre, en una máquina con las prestaciones simplemente magníficas, como la que poseía, no permitiría el más mínimo error o el desenlace podría ser fatal.
La aceleración de la Ducati, resultaba honestamente espectacular, increible!
Cada vez que partía desde algún semáforo, la rueda delantera iba en el aire, a escasa distancia del suelo, y así continuaba prácticamente todo el tiempo. Barragán estaba disfrutando mucho su corcel tricolor.
Sintió en el intercomunicador de su casco, la voz del líder de la custodia, desde el helicóptero, lo habían perdido y le estaban solicitando confirmación de su posición. La pérdida era visual, ya que los sistemas de GPS facilitaban un seguimiento constante. Barragán confirmó las coordenadas.
En realidad poco le preocupaba la custodia mientras circulaba solo. Muy mal la pasaría el o los potenciales atacantes. Poder alcanzarlo, cerrarle el paso, era prácticamente imposible, pero llegado el caso, su batería defensiva era, sin lugar a dudas, absolutamente letal.
Ya había salido de la ciudad de Londres, y se dirigía por un estrecho camino a un pequeño poblado, situado aproximadamente a unos 100 kms. de la misma. Confiaba arribar en minutos.
La Ducati se inclinaba de un lado a otro, en un sector de curvas del trazado.
Realizó un llamado telefónico a la Srta. K. Obviamente no apartaba las manos del manubrio y los comandos de la motocicleta. El sistema Bluetooth, junto con el de discado activado por voz de su BlackBerry, eran muy prácticos, precisos y confiables.
Confirmaron el lugar de encuentro, cuando cortó, estaba a las puertas del poblado.
El GPS lo comenzó a guiar hasta la posada The Great Duck.
Apenas estacionó y se bajó de la moto, comenzó a llover nuevamente. Nunca más oportuno. Hubiera sido una verdadera molestia conducir bajo la lluvia.
Se sentó y ordenó un café, junto con una botella de Highlands. A los diez minutos ingresó la Srta. K. con su elegancia de siempre.
Intercambiaron datos. Barragán necesitaba más precisiones. Nuevamente, pensó en la cantidad de gente que rodeaba al Príncipe.
Pero un grupo de sudafricanos, le resultaba particularmente interesante, aunque obviamente no se lo dió a conocer a la Srta. K.
Se despidieron, restaban muchas cosas por hacer. No podía perder un minuto en encuentros sociales. Ya habría tiempo para ello.
Se montó nuevamente en la Ducati. La lluvia continuaba, aunque muy leve, pero desde ya debía aumentar la precaución en la conducción.
Destino, Londres. Lo primero que pensó, era si la gente de la fábrica habría terminado los soportes para Frankie. Nadie lo soportaría, sino lo llevaba a pasear en la moto, tal como le había prometido.
Por otra parte, Barragán siempre, absolutamente siempre, cumplía sus promesas. Era su conducta de vida.
Si bien es cierto lo hacía siempre, en una máquina con las prestaciones simplemente magníficas, como la que poseía, no permitiría el más mínimo error o el desenlace podría ser fatal.
La aceleración de la Ducati, resultaba honestamente espectacular, increible!
Cada vez que partía desde algún semáforo, la rueda delantera iba en el aire, a escasa distancia del suelo, y así continuaba prácticamente todo el tiempo. Barragán estaba disfrutando mucho su corcel tricolor.
Sintió en el intercomunicador de su casco, la voz del líder de la custodia, desde el helicóptero, lo habían perdido y le estaban solicitando confirmación de su posición. La pérdida era visual, ya que los sistemas de GPS facilitaban un seguimiento constante. Barragán confirmó las coordenadas.
En realidad poco le preocupaba la custodia mientras circulaba solo. Muy mal la pasaría el o los potenciales atacantes. Poder alcanzarlo, cerrarle el paso, era prácticamente imposible, pero llegado el caso, su batería defensiva era, sin lugar a dudas, absolutamente letal.
Ya había salido de la ciudad de Londres, y se dirigía por un estrecho camino a un pequeño poblado, situado aproximadamente a unos 100 kms. de la misma. Confiaba arribar en minutos.
La Ducati se inclinaba de un lado a otro, en un sector de curvas del trazado.
Realizó un llamado telefónico a la Srta. K. Obviamente no apartaba las manos del manubrio y los comandos de la motocicleta. El sistema Bluetooth, junto con el de discado activado por voz de su BlackBerry, eran muy prácticos, precisos y confiables.
Confirmaron el lugar de encuentro, cuando cortó, estaba a las puertas del poblado.
El GPS lo comenzó a guiar hasta la posada The Great Duck.
Apenas estacionó y se bajó de la moto, comenzó a llover nuevamente. Nunca más oportuno. Hubiera sido una verdadera molestia conducir bajo la lluvia.
Se sentó y ordenó un café, junto con una botella de Highlands. A los diez minutos ingresó la Srta. K. con su elegancia de siempre.
Intercambiaron datos. Barragán necesitaba más precisiones. Nuevamente, pensó en la cantidad de gente que rodeaba al Príncipe.
Pero un grupo de sudafricanos, le resultaba particularmente interesante, aunque obviamente no se lo dió a conocer a la Srta. K.
Se despidieron, restaban muchas cosas por hacer. No podía perder un minuto en encuentros sociales. Ya habría tiempo para ello.
Se montó nuevamente en la Ducati. La lluvia continuaba, aunque muy leve, pero desde ya debía aumentar la precaución en la conducción.
Destino, Londres. Lo primero que pensó, era si la gente de la fábrica habría terminado los soportes para Frankie. Nadie lo soportaría, sino lo llevaba a pasear en la moto, tal como le había prometido.
Por otra parte, Barragán siempre, absolutamente siempre, cumplía sus promesas. Era su conducta de vida.
Monday, June 2, 2008
Camino a ...
Había parado de llover.
Barragán lo tomó como un indicativo. Debía usar la Ducati 1098R Tricolore, se dijo a sí mismo. En realidad cualquier excusa hubiera venido bien.
Debía cambiarse, subió a la suite, con el bolso, y elegiría ropa adecuada para montar la superbike.
El equipo técnico de Ducati, poseía órdenes expresas de la Dirección de la compañía, de hacer base en Londres hasta cuando Barragán lo indicara, y supervisar el correcto funcionamiento del producto.
Se cumplían 30 años de la famosa victoria Isle of Man, Ducati Tourist Trophy. Algunos de los miembros del team, habían sido convocados especialmente por la fábrica, para entregar la moto a Barragán. Eran, con total seguridad, los mecánicos más especializados del mundo.
Primer misión, construir los soportes para Frankie. Barragán le había prometido que lo iba a llevar a pasear a la noche, cuando regresara.
Si bien era una superbike de competición, poseía cierto equipamiento necesario para Barragán. Principalmente en el área de comunicaciones y un GPS.
Paula coordinó con el personal de custodia los pasos a seguir. Obviamente resultaría imposible seguirlo por tierra.
Optaron por retirar custodia y reemplazarla por personal transportado en helicópteros. Entendieron que 4 equipos serían suficientes. Personal de élite, con francotiradores a bordo, formarían parte del equipo asignado.
Si Barragán iría por el aire, su custodia debía hacer lo mismo.
La motocicleta había sido encendida y una innumerable cantidad de cables y sensores se encontraban conectados a los ordenadores, realizando los controles de último momento.
En realidad todo funcionaba como si estuvieran en plena competición, disputando el Campeonato del Mundo, el cual, la marca había ganado muchísimas veces.
Barragán apareció con sus zapatillas Puma, un jean Levi´s, la campera y el casco Ducati en la mano.
Jugó con Frankie unos minutos, le dió un beso a Paula, se subió a la moto.
Señas de los miembros del equipo.
Aceleró, desapareció! Los mecánicos lo ovacionaron.
Barragán lo tomó como un indicativo. Debía usar la Ducati 1098R Tricolore, se dijo a sí mismo. En realidad cualquier excusa hubiera venido bien.
Debía cambiarse, subió a la suite, con el bolso, y elegiría ropa adecuada para montar la superbike.
El equipo técnico de Ducati, poseía órdenes expresas de la Dirección de la compañía, de hacer base en Londres hasta cuando Barragán lo indicara, y supervisar el correcto funcionamiento del producto.
Se cumplían 30 años de la famosa victoria Isle of Man, Ducati Tourist Trophy. Algunos de los miembros del team, habían sido convocados especialmente por la fábrica, para entregar la moto a Barragán. Eran, con total seguridad, los mecánicos más especializados del mundo.
Primer misión, construir los soportes para Frankie. Barragán le había prometido que lo iba a llevar a pasear a la noche, cuando regresara.
Si bien era una superbike de competición, poseía cierto equipamiento necesario para Barragán. Principalmente en el área de comunicaciones y un GPS.
Paula coordinó con el personal de custodia los pasos a seguir. Obviamente resultaría imposible seguirlo por tierra.
Optaron por retirar custodia y reemplazarla por personal transportado en helicópteros. Entendieron que 4 equipos serían suficientes. Personal de élite, con francotiradores a bordo, formarían parte del equipo asignado.
Si Barragán iría por el aire, su custodia debía hacer lo mismo.
La motocicleta había sido encendida y una innumerable cantidad de cables y sensores se encontraban conectados a los ordenadores, realizando los controles de último momento.
En realidad todo funcionaba como si estuvieran en plena competición, disputando el Campeonato del Mundo, el cual, la marca había ganado muchísimas veces.
Barragán apareció con sus zapatillas Puma, un jean Levi´s, la campera y el casco Ducati en la mano.
Jugó con Frankie unos minutos, le dió un beso a Paula, se subió a la moto.
Señas de los miembros del equipo.
Aceleró, desapareció! Los mecánicos lo ovacionaron.
Al fin llegó
5 de la madrugada en Londres...Barragán entreabrió sus ojos, veía a través del techo de cristal de la habitación los relámpagos y la persistente lluvia que lo había acompañado, casi todo el tiempo desde su llegada a Gran Bretaña.
Decidió levantarse.
Tomó el flash drive que le había entregado Gordon Brown, con la información recogida por los servicios de seguridad británicos. Era un SanDisk Professional, con facilidades para encriptación de datos.
Lo conectó a su notebook, una Dell Latitude D 630, la inició, y en segundos estaba revisando todo el material, bastante profuso por cierto. Los 8 Gb. de capacidad del drive lo permitían. Toda clase de documentos, y formatos, Word, planillas de cálculo en Excel, bases de datos Access, presentaciones en PowerPoint y muchas otras. Fue repasando cada una de ellas, absorviendo una gran cantidad de datos.
Había pasado más de una hora, y la lluvia continuaba. Los relámpagos iluminaban plenamente la habitación de manera intermitente.
Observó la cama, Frankie y Paula dormían profundamente. Si bien Frankie lo había escuchado, Barragán le indicó que continuara descansando.
Las siluetas desnudas de ambos, bajo la tormenta, era un espectáculo digno de contemplación.
Barragán se dirigió al baño y se dispuso a cumplir con su acostumbrado ritual, ducha, afeitada y selección de la ropa para el día.
Pidió que le subieran el desayuno a la suite. A los pocos minutos, el siempre muy eficiente servicio del "41", lo inundó con una soberbia variedad de tés, cafés, jugos, frutas, y huevos en diversas preparaciones, entre otras cosas.
Paula se despertó y lo saludó como solo ella, sabía hacerlo. Una vez más, Barragán no pudo dejar de sorprenderse.
Sonó el teléfono de la habitación, le avisaron que lo estaban esperando en la recepción.
Bajó inmediatamente con Paula, y Frankie, quien obviamente no se quería perder detalle de todo lo que pasaba.
Al llegar al lobby, se escuchaban a lo lejos, las típicas risas latinas, y fue saludado con un caluroso Ciao.
Lo invitaron a salir a la calle. Un impresionante camión Iveco, totalmente colorado, estaba estacionado en la puerta.
Un equipo de aproximadamente 15 personas, todas con buzos antiflamas con los colores de la bandera italiana, se encontraban estudiadamente parados alrededor del mismo.
Al ver a Barragán, se escuchó una orden y el lateral del camión se deslizó, dejando al descubierto, una gran funda, también colorada con letras blancas. Era inconfundible. Le acercaron la documentación de soporte del transporte internacional y recibo de entrega, donde se leía Ducati Motor Holding S.p.A.
Los miembros del equipo, sacaron la funda y apareció la magnífica silueta, esculpida, como la obra de arte que era, una motocicleta Ducati 1098R Tricolore SuperBike.
La edición Tricolore había sido especialmente diseñada para Barragán.
Constituía el pináculo de las motocicletas a nivel mundial. Sus prestaciones eran realmente increibles.
Le pidieron que se subiera, para realizarle ciertos ajustes, de acuerdo al conductor. Habían viajado desde Bologna, en Italia, donde se encuentra la fábrica, comandados por el máximo responsable del área de competición de la compañía, para entregarla, como un cliente de la talla de Barragán lo merece.
Barragán simplemente la encendió, un par de aceleradas y la apagó. Era ya demasiado pensó.
Pero no, faltaba una sorpresa, le entregaron dos bolsos con el logo de la marca.
Abrió el primero, contenía una campera Ducati, Isle of Man Edition y un casco Arai, Ducati Stripes. Se probó la campera, le quedaba perfecta, Gianni Campagna les había brindado sus medidas y supervisado la confección de la misma.
Mientra tanto, Frankie "luchaba" contra el otro bolso, era conocido por su cabeza dura, de una forma u otra lo abriría. Seguramente algo percibiría.
Paula se lo abrió, efectivamente no se equivocaba. Extrajo una capa para él, colorada, con la leyenda Ducati en uno de sus laterales, y Frankie en el otro con la misma tipografía. Ambas en color blanco.
Frankie había sido educado y entrenado desde chico a andar en moto, parado en sus patas traseras y con las delanteras en los hombros de Barragán, pero obviamente hacer eso en una máquina de éstas iba a ser bastante complicado.
Como a todo chico, no se le podía sacar la ilusión. Barragán no le dijo nada, ya verían la forma de subirlo. Uno de los técnicos de Ducati le sugirió hacer unas bases a los laterales, para que se pudiera parar tranquilo, y obviamente circular muy despacio. También había un casco chiquito, para él.
Barragán recordó la publicidad de BMW que había filmado en Alemania, donde utilizaba un casco naranja...
Pero las sorpresas no finalizaron ahí. Ducati había enviado tres camiones adicionales, conteniendo dos automóviles Alfa Romeo 8C Competizione y un 8C Spider, éste último para uso de Paula y los otros dos para Barragán y Jorge.
Ninguno podía salir de su asombro!
Todo estaba listo para partir, que más se podía esperar.
Decidió levantarse.
Tomó el flash drive que le había entregado Gordon Brown, con la información recogida por los servicios de seguridad británicos. Era un SanDisk Professional, con facilidades para encriptación de datos.
Lo conectó a su notebook, una Dell Latitude D 630, la inició, y en segundos estaba revisando todo el material, bastante profuso por cierto. Los 8 Gb. de capacidad del drive lo permitían. Toda clase de documentos, y formatos, Word, planillas de cálculo en Excel, bases de datos Access, presentaciones en PowerPoint y muchas otras. Fue repasando cada una de ellas, absorviendo una gran cantidad de datos.
Había pasado más de una hora, y la lluvia continuaba. Los relámpagos iluminaban plenamente la habitación de manera intermitente.
Observó la cama, Frankie y Paula dormían profundamente. Si bien Frankie lo había escuchado, Barragán le indicó que continuara descansando.
Las siluetas desnudas de ambos, bajo la tormenta, era un espectáculo digno de contemplación.
Barragán se dirigió al baño y se dispuso a cumplir con su acostumbrado ritual, ducha, afeitada y selección de la ropa para el día.
Pidió que le subieran el desayuno a la suite. A los pocos minutos, el siempre muy eficiente servicio del "41", lo inundó con una soberbia variedad de tés, cafés, jugos, frutas, y huevos en diversas preparaciones, entre otras cosas.
Paula se despertó y lo saludó como solo ella, sabía hacerlo. Una vez más, Barragán no pudo dejar de sorprenderse.
Sonó el teléfono de la habitación, le avisaron que lo estaban esperando en la recepción.
Bajó inmediatamente con Paula, y Frankie, quien obviamente no se quería perder detalle de todo lo que pasaba.
Al llegar al lobby, se escuchaban a lo lejos, las típicas risas latinas, y fue saludado con un caluroso Ciao.
Lo invitaron a salir a la calle. Un impresionante camión Iveco, totalmente colorado, estaba estacionado en la puerta.
Un equipo de aproximadamente 15 personas, todas con buzos antiflamas con los colores de la bandera italiana, se encontraban estudiadamente parados alrededor del mismo.
Al ver a Barragán, se escuchó una orden y el lateral del camión se deslizó, dejando al descubierto, una gran funda, también colorada con letras blancas. Era inconfundible. Le acercaron la documentación de soporte del transporte internacional y recibo de entrega, donde se leía Ducati Motor Holding S.p.A.
Los miembros del equipo, sacaron la funda y apareció la magnífica silueta, esculpida, como la obra de arte que era, una motocicleta Ducati 1098R Tricolore SuperBike.
La edición Tricolore había sido especialmente diseñada para Barragán.
Constituía el pináculo de las motocicletas a nivel mundial. Sus prestaciones eran realmente increibles.
Le pidieron que se subiera, para realizarle ciertos ajustes, de acuerdo al conductor. Habían viajado desde Bologna, en Italia, donde se encuentra la fábrica, comandados por el máximo responsable del área de competición de la compañía, para entregarla, como un cliente de la talla de Barragán lo merece.
Barragán simplemente la encendió, un par de aceleradas y la apagó. Era ya demasiado pensó.
Pero no, faltaba una sorpresa, le entregaron dos bolsos con el logo de la marca.
Abrió el primero, contenía una campera Ducati, Isle of Man Edition y un casco Arai, Ducati Stripes. Se probó la campera, le quedaba perfecta, Gianni Campagna les había brindado sus medidas y supervisado la confección de la misma.
Mientra tanto, Frankie "luchaba" contra el otro bolso, era conocido por su cabeza dura, de una forma u otra lo abriría. Seguramente algo percibiría.
Paula se lo abrió, efectivamente no se equivocaba. Extrajo una capa para él, colorada, con la leyenda Ducati en uno de sus laterales, y Frankie en el otro con la misma tipografía. Ambas en color blanco.
Frankie había sido educado y entrenado desde chico a andar en moto, parado en sus patas traseras y con las delanteras en los hombros de Barragán, pero obviamente hacer eso en una máquina de éstas iba a ser bastante complicado.
Como a todo chico, no se le podía sacar la ilusión. Barragán no le dijo nada, ya verían la forma de subirlo. Uno de los técnicos de Ducati le sugirió hacer unas bases a los laterales, para que se pudiera parar tranquilo, y obviamente circular muy despacio. También había un casco chiquito, para él.
Barragán recordó la publicidad de BMW que había filmado en Alemania, donde utilizaba un casco naranja...
Pero las sorpresas no finalizaron ahí. Ducati había enviado tres camiones adicionales, conteniendo dos automóviles Alfa Romeo 8C Competizione y un 8C Spider, éste último para uso de Paula y los otros dos para Barragán y Jorge.
Ninguno podía salir de su asombro!
Todo estaba listo para partir, que más se podía esperar.
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