La llovizna tenue continuaba...
Barragán decidió "pasear" con la moto. El término "pasear" no debía interpretarse en el sentido usual, sino como diferente a la velocidad promedio habitual que alcanzaba con ella.
Se acercaba a los suburbios de Londres y el tránsito se incrementaba claramente.
Decidió era tiempo de evitar complicaciones.
Comenzó sus conocidas maniobras evasivas. La gente de seguridad desde los helicópteros no podían dejar de suspirar al observarlo desde el aire. Era un verdadero espectáculo. El intercambio de comentarios por los auriculares lo decía todo. Nunca habían visto algo similar.
Se aproximaba muy rápidamente al hotel.
Cuando llegó a la esquina, lo alcanzó a divisar y no lo podía creer, aunque tampoco lo sorprendía, conociéndolo como lo conocía.
Frankie estaba parado en la puerta del mismo, con su capa Ducati y su casco ya colocado, mirando en dirección por la que debería aparecer Barragán, dado el sentido del tránsito.
Sus miradas se cruzaron.
El contacto visual entre ambos lo transmitía todo.
Paula lo sostenía con su correa. Barragán estacionó, se sacó el casco y recibió un beso. La cara de Paula también lo decía todo. Mirada de resignación. Había hecho lo imposible, pero no podía luchar más con él. Debía vestirlo si o si y sacarlo a la calle. Estaba desesperado por encontrarse con su Papuch. En esas circunstancias, la opción era muy sencilla.
Hacer lo que deseaba Frankie o exponerse a uno de sus ataques de furia, destruyendo todo lo que encontraba a su paso. Aunque lo hacía como un juego, el resultado era el mismo.
Se paró en dos patas, con las delanteras sobre el pecho de Barragán. Era su costumbre desde cachorro.
Barragán miró de reojo a la gente de Ducati.
Entendieron claramente el mensaje, uno de ellos afirmó con la cabeza.
Los soportes para Frankie estaban listos. Colocarlos les tomaría solamente unos pocos minutos. Cuatro hombres, dos por cada lateral se pusieron a trabajar inmediatamente en la instalación.
Barragán trató de convencer a Frankie para salir más tarde. Obviamente le resultó imposible. Y lo prometido era deuda.
Se subió a la moto él primero, y luego lo ayudaron a Frankie para que se montara. Comprendió muy bien la utilización de los soportes. Colocó sus patas traseras en cada uno de ellos y sus patas delanteras sobre los hombros de Barragán.
Le dió un beso en la oreja. Ya estaba listo!
Barragán se colocó el casco. Frankie ya tenía el suyo colocado de antemano.
Aceleró suavemente, Frankie hizo su famoso "lobito" a la gente en muestra de agradecimiento y alegría.
El "lobito" era una suerte de sonido profundo y extenso que realizaba puntualmente cuando quería manifestar algo especial.
La gente de Londres los observaba a su paso, y no entendían nada.
Obviamente no es común ver a un perro andando en una motocicleta, y menos aún a un perro con su capa, casco, parado en dos patas, abrazando a su dueño con las delanteras en una Ducati 1098R Tricolore, bajo el cielo gris y lluvioso de esa magnífica ciudad.
Thursday, June 5, 2008
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