Arribaron al "41".
Como era habitual, Frankie, descendió primero, era incontenible, terriblemente ansioso.
Bajaron el escaso equipaje de Paula y Jorge, un asistente llevó el auto al estacionamiento.
Mientras Frankie, era saludado por personal del hotel. Había venido varias veces y desde cachorro, se había ganado el cariño de todos. Se peleaban por darle sus galletas.
Entraron al hall, y decidieron subir a las habitaciones, para encontrarse en media hora en el Executive Lounge, donde les prepararían un desayuno.
La recepcionista indicó para que acompañaran a Jorge a su habitación.
Barragán, junto con Paula y Frankie, se dirigieron a la Master suite.
Ingresaron, y se encontró con una cama Orvis, para él, similar a la que tenía en su casa en Buenos Aires. La gente del hotel se había preocupado por encontrar una en Londres. Era de origen estadounidense. Enseguida la probó, se tiró un rato.
Paula le comentó las últimas novedades de la oficina en Buenos Aires a Barragán.
Siguiendo el camino de su vestuario, se llegaba al baño. Una ducha reparadora, caliente era lo que necesitaba.
Un jean gastado, celeste, una remera básica blanca y una campera, era todo cuánto necesitaba. Sin olvidar unas gotas de perfume.
Bajaron, se encontraron con Jorge, el desayuno ya estaba servido, bandejas con frutas frescas de estación de los más diversos orígenes del planeta, cafés, normal y descafeínado, innumerables variedades de tés, mermeladas, panes, croissants, manteca, quesos, salmón. Definitivamente sabían como hacerle la madrugada, mucho más placentera a una persona.
Londres, es una gran ciudad, decidieron ir a visitarla todos juntos. El auto ya estaba disponible en la puerta.
Tomaron sus abrigos, camperas, paraguas, la lluvia continuaba.
Fueron recorriendo, visitando el Palacio de Westminster, la Torre de Londres, el Tower Bridge, los Royal Botanics Gardens, la célebre Trafalgar Square, Canary Wharf.
Si bien continuaba lloviendo, las precipitaciones eran ligeras.
El BlackBerry, no dejaba de sonar, la gente del SIS permanentemente ponía al tanto a Barragán de sus avances en la investigación, básicamente en las entrevistas que realizaban con los compañeros de escuela y del ejército, del Príncipe.
Barragán dió la orden para convocar a la Srta. K., como él la denominaba, para mañana a primera hora.
Se encontraría con ella en una pequeña posada en las afueras de la ciudad. No era conveniente exponerla a cualquier tipo de aparición pública, que pudiera entorpecer la investigación. Los paparazzi, poseían una gran facilidad para lograrlo.
La muerte de la Princesa Diana, todavía se encontraba presente. Era muy querida.
Le había dispensado a Barragán atenciones muy particulares en vida.
Sunday, April 20, 2008
Londres, llegan los refuerzos
Londres, 4:00 AM
El Bentley Continental esperaba en una de las pistas de Heathrow.
La lluvia arreciaba, la visibilidad era prácticamente nula.
Recibió un MMS, se estaban aproximando al aeropuerto, observó la cabecera de la pista, aparecieron las luces y el inconfundible perfil de esa maravillosa máquina.
El Gulfstream G650, tocó tierra, se deslizó suavemente, el sonido de sus dos turbinas Rolls-Royce BR725 era único.
Pintado en azul y naranja, y con unas insiginias argentinas. No era muy díficil imaginar quien era el propietario.
Con la configuración seleccionada, era capaz de transportar ocho pasajeros, con cuatro tripulantes a una velocidad de Mach 0,85, en un rango de 7.000 millas naúticas, eso significaba Buenos Aires-Londres, o un New York-Beijing, más la reserva.
Los sistemas de aviónica, lo convertían en el jet ejecutivo más avanzado del mundo.
Barragán descendió del automóvil, la lluvia era cada vez más fuerte, como había acontecido todos estos días, el viento también.
Abrió su paraguas Swaine Adeney Brigg, proveedores de la Casa Real, compañía fundada en el año 1836. Poseía varios, dos de ellos muy especiales, un Sword, con una espada en su interior, el famoso Malacca, con un arma de fuego.
El último, siempre era útil como back-up, de sus principales: Glock, Sig-Sauer, Heckler & Koch o Steyr.
El avión se detuvo totalmente a escasos metros de él.
Se abrió la puerta delantera, la asistente lo saludó fugazmente, debía correrse de la puerta en forma inmediata, sino quería resultar aplastada.
Dos sonidos cortos, profundos, se sintieron nítidamente en el medio de la cerrada noche.
Bajó toda la escalera de un salto y corrió hacia él. Se le tiró encima.
Frankie había arribado, el cariño hacia su dueño, era imposible de medir. Sus ojos ámbar, inconfundibles.
Previendo el tiempo en Londres, Paula le había colocado un chaleco Patagonia y una capa Barbour, ambos especialmente confeccionados para él.
La silueta de ella, se dibujó entre las luces y las sombras de la pista, nadie se podría confundir.
Por último descendió Jorge, su veterinario,. Frankie, jamás viajaba sin él. Jorge atendía a los perros de Barragán desde hacía 25 años aproximadamente. Era el único profesional en el cual confiaba.
La gente de aduana los liberó rápidamente de los trámites habituales.
Las motocicletas de Scotland Yard esperaban la señal.
Los cuatro se subieron al Bentley y partieron rápidamente hacia el "41".
Barragán sonrió, el equipo estaba completo.
El Bentley Continental esperaba en una de las pistas de Heathrow.
La lluvia arreciaba, la visibilidad era prácticamente nula.
Recibió un MMS, se estaban aproximando al aeropuerto, observó la cabecera de la pista, aparecieron las luces y el inconfundible perfil de esa maravillosa máquina.
El Gulfstream G650, tocó tierra, se deslizó suavemente, el sonido de sus dos turbinas Rolls-Royce BR725 era único.
Pintado en azul y naranja, y con unas insiginias argentinas. No era muy díficil imaginar quien era el propietario.
Con la configuración seleccionada, era capaz de transportar ocho pasajeros, con cuatro tripulantes a una velocidad de Mach 0,85, en un rango de 7.000 millas naúticas, eso significaba Buenos Aires-Londres, o un New York-Beijing, más la reserva.
Los sistemas de aviónica, lo convertían en el jet ejecutivo más avanzado del mundo.
Barragán descendió del automóvil, la lluvia era cada vez más fuerte, como había acontecido todos estos días, el viento también.
Abrió su paraguas Swaine Adeney Brigg, proveedores de la Casa Real, compañía fundada en el año 1836. Poseía varios, dos de ellos muy especiales, un Sword, con una espada en su interior, el famoso Malacca, con un arma de fuego.
El último, siempre era útil como back-up, de sus principales: Glock, Sig-Sauer, Heckler & Koch o Steyr.
El avión se detuvo totalmente a escasos metros de él.
Se abrió la puerta delantera, la asistente lo saludó fugazmente, debía correrse de la puerta en forma inmediata, sino quería resultar aplastada.
Dos sonidos cortos, profundos, se sintieron nítidamente en el medio de la cerrada noche.
Bajó toda la escalera de un salto y corrió hacia él. Se le tiró encima.
Frankie había arribado, el cariño hacia su dueño, era imposible de medir. Sus ojos ámbar, inconfundibles.
Previendo el tiempo en Londres, Paula le había colocado un chaleco Patagonia y una capa Barbour, ambos especialmente confeccionados para él.
La silueta de ella, se dibujó entre las luces y las sombras de la pista, nadie se podría confundir.
Por último descendió Jorge, su veterinario,. Frankie, jamás viajaba sin él. Jorge atendía a los perros de Barragán desde hacía 25 años aproximadamente. Era el único profesional en el cual confiaba.
La gente de aduana los liberó rápidamente de los trámites habituales.
Las motocicletas de Scotland Yard esperaban la señal.
Los cuatro se subieron al Bentley y partieron rápidamente hacia el "41".
Barragán sonrió, el equipo estaba completo.
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A miles de kilómetros
Un movimiento inusual se estaba produciendo en el Aeroparque de la ciudad de Buenos Aires.
La misma tenía básicamente dos campos aéreos, Ministro Pistarini, en la localidad de Ezeiza, donde operaban los vuelos internacionales, y Aeroparque en pleno centro de la ciudad, recostado sobre el Río de la Plata, desde donde operaban los vuelos de cabotaje, el puente con Uruguay y los hangares de jets ejecutivos.
La densa capa de humo que tapaba la ciudad había producido distintos trastornos a la operatividad del mismo.
Sin embargo, en uno de esos hangares, la tripulación estaba lista para el despegue, esperando a ese personaje muy especial que debía ser transportado, sin destino conocido por ellos, hasta el momento, con suma urgencia.
El capitán Fabio, veterano de los cielos, estaba ansioso por partir.
El viaje sería largo, la orden de llenar los tanques había sido impartida.
La misma tenía básicamente dos campos aéreos, Ministro Pistarini, en la localidad de Ezeiza, donde operaban los vuelos internacionales, y Aeroparque en pleno centro de la ciudad, recostado sobre el Río de la Plata, desde donde operaban los vuelos de cabotaje, el puente con Uruguay y los hangares de jets ejecutivos.
La densa capa de humo que tapaba la ciudad había producido distintos trastornos a la operatividad del mismo.
Sin embargo, en uno de esos hangares, la tripulación estaba lista para el despegue, esperando a ese personaje muy especial que debía ser transportado, sin destino conocido por ellos, hasta el momento, con suma urgencia.
El capitán Fabio, veterano de los cielos, estaba ansioso por partir.
El viaje sería largo, la orden de llenar los tanques había sido impartida.
Saturday, April 19, 2008
London
6:30 AM, Barragán se levantó inmediatamente de la cama, su reloj biológico lo despertaba.
Encendió la televisión, y sintonizó el canal de noticias de la BBC. Justo en ese momento estaban transmitiendo una nota vinculada a los incendios en Argentina, más de 400 focos en el país, y casi unos 300 en Entre Ríos. Los mismos se relacionan con una vieja práctica de quema de pastizales, aunque en esta oportunidad la situación se había desbocado, el humo invadía la ciudad de Buenos Aires, población con histeria, temerosa por la toxicidad de dicha situación, la cual, en realidad no revestía peligro para la misma, pero si era muy molesta, por el fuerte olor, la falta de visibilidad traía aparejados numerosos accidentes, rutas, aeropuertos y puertos, eran cerrados, y numerosas teorías conspirativas se disparaban, alimentadas por la tensa situación entre el gobierno y los productores rurales de todo el país.
Había cosas peores, pensó. Apagó la TV y se dispuso a ducharse.
Tomó uno de los jabones Bronnley, la fragancia y la cremosidad eran únicas, por algo estaban considerados como los mejores del mundo.
Luego del baño, vendría la mejor parte, su ritual de afeitado.
Tomó la pequeña botella del aceite pre-shaving de Truefitt & Hill, distribuyó unas gotas en su cara, con una leve fricción.
Humedeció su brocha, medium, Super Badger, la calidad del pelo, era muy importante, en la retención de humedad, luego de untarla con la Rose Shaving Cream, especialmente formulada para pieles sensibles, la fue deslizando por el rostro en pequeños movimientos circulares.
Con su afeitadora de tres hojas, era con la cual obtenía los mejores resultados, dos eran pocas y cinco, sumamente incómodas, imposibilitando el acceso a ciertas zonas del rostro.
Luego de afeitarse, se pasó el stick de aluminio, el cual cerraba los poros.
Por último, lo que más apreciaba, friccionarse con el Skin Food, West Indian Extract of Limes, el efecto era inigualable.
Todo se lo debía a su peluquero de Geo F. Trumper, en Jermyn Street. Siempre que visitaba Londres concurría al establecimiento más que centenario a cortarse el pelo y afeitarse. Cada visita duraba más de dos horas, eran de un completo relax para él.
Cuando no estaba en el Reino Unido, los productos le eran remitidos especialmente a Buenos Aires.
La única diferencia era la falta de los toallas calientes, para abrir los poros antes del afeitado, y la no utilización de una navaja.
La fragancia del día. Punjab de Capucci. Su padre la había descubierto en París hacía casi cuarenta años. Continuaba siendo su preferida.
Bajó a desayunar al Executive Lounge del "41". Como siempre, el servicio y las opciones eran magníficas. El desayuno era la comida principal para Barragán.
Optó por un café de filtro, un poco de crema, jugo de pomelo, tostadas de pan de campo, manteca sin sal, mermelada de naranja, huevos revueltos con panceta, y un yoghurt de durazno.
Garota de Ipanema, por Sinatra, como música de fondo. Le gustaba mucho Brasil.
Fue a dar una vuelta, Regent Street, Oxford Street, Piccadilly Circus, Trafalgar Square, Kensington Gardens, Notting Hill...
Necesitaba relajarse y unir ideas.
Encendió la televisión, y sintonizó el canal de noticias de la BBC. Justo en ese momento estaban transmitiendo una nota vinculada a los incendios en Argentina, más de 400 focos en el país, y casi unos 300 en Entre Ríos. Los mismos se relacionan con una vieja práctica de quema de pastizales, aunque en esta oportunidad la situación se había desbocado, el humo invadía la ciudad de Buenos Aires, población con histeria, temerosa por la toxicidad de dicha situación, la cual, en realidad no revestía peligro para la misma, pero si era muy molesta, por el fuerte olor, la falta de visibilidad traía aparejados numerosos accidentes, rutas, aeropuertos y puertos, eran cerrados, y numerosas teorías conspirativas se disparaban, alimentadas por la tensa situación entre el gobierno y los productores rurales de todo el país.
Había cosas peores, pensó. Apagó la TV y se dispuso a ducharse.
Tomó uno de los jabones Bronnley, la fragancia y la cremosidad eran únicas, por algo estaban considerados como los mejores del mundo.
Luego del baño, vendría la mejor parte, su ritual de afeitado.
Tomó la pequeña botella del aceite pre-shaving de Truefitt & Hill, distribuyó unas gotas en su cara, con una leve fricción.
Humedeció su brocha, medium, Super Badger, la calidad del pelo, era muy importante, en la retención de humedad, luego de untarla con la Rose Shaving Cream, especialmente formulada para pieles sensibles, la fue deslizando por el rostro en pequeños movimientos circulares.
Con su afeitadora de tres hojas, era con la cual obtenía los mejores resultados, dos eran pocas y cinco, sumamente incómodas, imposibilitando el acceso a ciertas zonas del rostro.
Luego de afeitarse, se pasó el stick de aluminio, el cual cerraba los poros.
Por último, lo que más apreciaba, friccionarse con el Skin Food, West Indian Extract of Limes, el efecto era inigualable.
Todo se lo debía a su peluquero de Geo F. Trumper, en Jermyn Street. Siempre que visitaba Londres concurría al establecimiento más que centenario a cortarse el pelo y afeitarse. Cada visita duraba más de dos horas, eran de un completo relax para él.
Cuando no estaba en el Reino Unido, los productos le eran remitidos especialmente a Buenos Aires.
La única diferencia era la falta de los toallas calientes, para abrir los poros antes del afeitado, y la no utilización de una navaja.
La fragancia del día. Punjab de Capucci. Su padre la había descubierto en París hacía casi cuarenta años. Continuaba siendo su preferida.
Bajó a desayunar al Executive Lounge del "41". Como siempre, el servicio y las opciones eran magníficas. El desayuno era la comida principal para Barragán.
Optó por un café de filtro, un poco de crema, jugo de pomelo, tostadas de pan de campo, manteca sin sal, mermelada de naranja, huevos revueltos con panceta, y un yoghurt de durazno.
Garota de Ipanema, por Sinatra, como música de fondo. Le gustaba mucho Brasil.
Fue a dar una vuelta, Regent Street, Oxford Street, Piccadilly Circus, Trafalgar Square, Kensington Gardens, Notting Hill...
Necesitaba relajarse y unir ideas.
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Wednesday, April 16, 2008
Príncipe William
Barragán continuaba recorriendo las tierras de Highgrove, repasando mentalmente la vida de William.
El Príncipe William es el hijo mayor del Príncipe de Gales y Diana, Princesa de Gales.
Había nacido el 21 de junio de 1982 en el Hospital St. Mary's, Paddington, Londres.
Después de concurrir al Mrs Mynors School, el Príncipe William fue alumno del Wetherby School en Londres, desde 1987 hasta 1990.
Desde septiembre de 1990, el Príncipe concurrió al Ludgrove School en Berkshire, por cinco años hasta julio de 1995.
Luego asistió al prestigioso Eton College desde Julio de 1995, donde estudió Geografía, Biología e Historia del Arte.
Después de un año, en el cual visitó Chile, Belice, trabajó en granjas británcias y visitó países en Africa, el Príncipe William eligió cursar estudios en la St Andrews University en Fife, Escocia.
El Príncipe se unió a la Royal Military Academy Sandhurst como Officer Cadet.
Fué comisionado como oficial del ejército en presencia de su Majestad La Reina en Sandhurst en Diciembre de 2006 y se unió al Household Cavalry (Blues and Royals) como Teniente Segundo.
Obviamente existían otras facetas de su todavía corta, pero muy activa vida, a considerar.
Optó por relegarlas para un posterior análisis, la lluvia aunque pareciera imposible, era cada vez más fuerte, se levantaban fuertes ráfagas de viento, era momento de regresar a Londres.
Regresó para cambiar de vehiculo, el Range Rover quedaría en Highgrove y viajaría en el Bentley.
Carlos estaba parado en la puerta de casa, lo saludó.
Hizo un breve comentario respecto del nuevo Bentley. Es conocida la predilección del Príncipe por los Aston Martin, y la relación de la marca con la casa real. Obviamente, Carlos, necesitaba relajarse un poco y la tranquilidad que le transmitía Barragán colaboraría mucho en ello.
Carlos y Eduardo (nombre de muchos reyes británicos) poseían una excelente relación, alimentada por muchos gustos en común, definitivamente hablaban el mismo idioma en muchos aspectos de la vida, aunque no en todos.
Eduardo Barragán presionó suavemente el start. El motor rugió. Las luces desaparecieron en segundos.
Una vez más, el Príncipe Carlos volvió a sonreir. Nadie le brindaba la seguridad de Barragán, para el éxito de la investigación.
Los miembros del SIS, le parecían un grupo de colegiales al lado del gran investigador argentino, con fama mundial.
El Príncipe William es el hijo mayor del Príncipe de Gales y Diana, Princesa de Gales.
Había nacido el 21 de junio de 1982 en el Hospital St. Mary's, Paddington, Londres.
Después de concurrir al Mrs Mynors School, el Príncipe William fue alumno del Wetherby School en Londres, desde 1987 hasta 1990.
Desde septiembre de 1990, el Príncipe concurrió al Ludgrove School en Berkshire, por cinco años hasta julio de 1995.
Luego asistió al prestigioso Eton College desde Julio de 1995, donde estudió Geografía, Biología e Historia del Arte.
Después de un año, en el cual visitó Chile, Belice, trabajó en granjas británcias y visitó países en Africa, el Príncipe William eligió cursar estudios en la St Andrews University en Fife, Escocia.
El Príncipe se unió a la Royal Military Academy Sandhurst como Officer Cadet.
Fué comisionado como oficial del ejército en presencia de su Majestad La Reina en Sandhurst en Diciembre de 2006 y se unió al Household Cavalry (Blues and Royals) como Teniente Segundo.
Obviamente existían otras facetas de su todavía corta, pero muy activa vida, a considerar.
Optó por relegarlas para un posterior análisis, la lluvia aunque pareciera imposible, era cada vez más fuerte, se levantaban fuertes ráfagas de viento, era momento de regresar a Londres.
Regresó para cambiar de vehiculo, el Range Rover quedaría en Highgrove y viajaría en el Bentley.
Carlos estaba parado en la puerta de casa, lo saludó.
Hizo un breve comentario respecto del nuevo Bentley. Es conocida la predilección del Príncipe por los Aston Martin, y la relación de la marca con la casa real. Obviamente, Carlos, necesitaba relajarse un poco y la tranquilidad que le transmitía Barragán colaboraría mucho en ello.
Carlos y Eduardo (nombre de muchos reyes británicos) poseían una excelente relación, alimentada por muchos gustos en común, definitivamente hablaban el mismo idioma en muchos aspectos de la vida, aunque no en todos.
Eduardo Barragán presionó suavemente el start. El motor rugió. Las luces desaparecieron en segundos.
Una vez más, el Príncipe Carlos volvió a sonreir. Nadie le brindaba la seguridad de Barragán, para el éxito de la investigación.
Los miembros del SIS, le parecían un grupo de colegiales al lado del gran investigador argentino, con fama mundial.
Highgrove 2
Highgrove House cerca de Tetbury en Gloucestershire ha sido la residencia privada del Príncipe de Gales desde 1980.
La casa está construida, siguiendo el estilo clásico "Georgian", entre los años 1796 y 1798.
Es un edificio rectangular de tres pisos, con nueve habitaciones, cuatro salas de recepción, ocho baños y un ala para la nursery.
El Príncipe Carlos y la Princesa Diana, establecieron su residencia en Highgrove, luego de su casamiento, en el año 1981.
Highgrove se convirtió en la casa de los Príncipes William y Harry, donde pasaron gran parte de su niñez, antes de comenzar la escuela.
Carlos había invertido mucho esfuerzo en cultivos orgánicos en la residencia.
Los jardines privados, despertaban mucho interés en ser visitados por el público, aunque lamentablemente se abrían a grupos pequeños, organizados, y la lista de espera, era de aproximadamente cinco años.
Era conocida la aficción de Carlos, por la medicina alternativa, la arquitectura, los automóviles, el medio ambiente, la agricultura orgánica y sustentable, la iglesia ortodoxa, la filosofía y las numerosas obras de caridad, en las cuales participaba.
Él y Barragán, mantuvieron una conversación muy reservada, fuera de la casa, bajo la lluvia, por espacio de media hora aproximadamente. Ingresaron y Camila, la Duquesa de Cornwall, se encontraba en la antesala. Saludó a Barragán de una manera muy especial, sabía lo que ese hombre significaba para Carlos.
Barragán rechazó la invitación para tomar un té, explicando que debía ir a recorrer los alrededores.
Subió al Range Rover, lo encendió. El sensor de lluvia, funcionaba correctamente, las luces también se setearon en forma automática, brindando gran seguridad en la marcha, bajo una tormenta que arreciaba, cada vez, de forma más contundente.
Prácticamente el día se había transformado en noche, con semejante clima.
Barragán deseaba recorrer parte de los 900 acres (algo así como 340 has.) en busca de alguna explicación a lo sucedido.
Se comunicó con su hijo en Argentina. Luego de hablar con Edu, llamó a su hija Flopy a París. Ambos se encontraban muy bien, así que todo bien. Habló con Paula, quien le transmitió que Frankie, también se encontraba muy bien. Ahora se aproximada su cumpleaños y debía estar en casa para festejarlo.
El Range Rover continuaba avanzando sin problemas por los caminos locales, los cuales, ante la inclemencia del tiempo, se hallaban intransitables, para el común de los mortales.
Carlos se relajaba, Barragán había finalmente arribado!
La casa está construida, siguiendo el estilo clásico "Georgian", entre los años 1796 y 1798.
Es un edificio rectangular de tres pisos, con nueve habitaciones, cuatro salas de recepción, ocho baños y un ala para la nursery.
El Príncipe Carlos y la Princesa Diana, establecieron su residencia en Highgrove, luego de su casamiento, en el año 1981.
Highgrove se convirtió en la casa de los Príncipes William y Harry, donde pasaron gran parte de su niñez, antes de comenzar la escuela.
Carlos había invertido mucho esfuerzo en cultivos orgánicos en la residencia.
Los jardines privados, despertaban mucho interés en ser visitados por el público, aunque lamentablemente se abrían a grupos pequeños, organizados, y la lista de espera, era de aproximadamente cinco años.
Era conocida la aficción de Carlos, por la medicina alternativa, la arquitectura, los automóviles, el medio ambiente, la agricultura orgánica y sustentable, la iglesia ortodoxa, la filosofía y las numerosas obras de caridad, en las cuales participaba.
Él y Barragán, mantuvieron una conversación muy reservada, fuera de la casa, bajo la lluvia, por espacio de media hora aproximadamente. Ingresaron y Camila, la Duquesa de Cornwall, se encontraba en la antesala. Saludó a Barragán de una manera muy especial, sabía lo que ese hombre significaba para Carlos.
Barragán rechazó la invitación para tomar un té, explicando que debía ir a recorrer los alrededores.
Subió al Range Rover, lo encendió. El sensor de lluvia, funcionaba correctamente, las luces también se setearon en forma automática, brindando gran seguridad en la marcha, bajo una tormenta que arreciaba, cada vez, de forma más contundente.
Prácticamente el día se había transformado en noche, con semejante clima.
Barragán deseaba recorrer parte de los 900 acres (algo así como 340 has.) en busca de alguna explicación a lo sucedido.
Se comunicó con su hijo en Argentina. Luego de hablar con Edu, llamó a su hija Flopy a París. Ambos se encontraban muy bien, así que todo bien. Habló con Paula, quien le transmitió que Frankie, también se encontraba muy bien. Ahora se aproximada su cumpleaños y debía estar en casa para festejarlo.
El Range Rover continuaba avanzando sin problemas por los caminos locales, los cuales, ante la inclemencia del tiempo, se hallaban intransitables, para el común de los mortales.
Carlos se relajaba, Barragán había finalmente arribado!
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Tuesday, April 15, 2008
Highgrove
Barragán conducía a toda velocidad. El Bentley se comportaba como él lo esperaba.
Mead iba en absoluto silencio, no se sabe si por respeto, miedo o admiración, sólo se limitaba a realizar algún comentario sobre la ruta, de ser necesario.
El sistema Bluetooth del autómovil emitió una alerta, era una llamada entrante al BlackBerry de Barragán, al cual se había conectado apenas se había sentado al volante.
Era Paula, desde Buenos Aires, todo bien en la oficina, en la casa, Frankie y los chicos. Su hija mujer Flopy, recién se había graduado como Contador Público y en realidad se encontraba en París, junto con su mamá, María. En unos días llegarían a Londres.
Paula le mandó un beso y cortó. Cuando Barragán le comentó que se encontraba conduciendo, había entendido el mensaje. No estaba para hablar por teléfono, no se podía distraer.
El Continental se devoraba el camino. Mead continuaba sorprendido, no podía entender como ese hombre conducía el vehículo a esa velocidad, con una lluvia muy fuerte, aunque ya había sido advertido de las cualidades conductivas de Barragán.
LLegaron a Highgrove.
En la puerta se encontraba estacionado el Range Rover, negro, blindado.
Entraron corriendo a la residencia, cubriéndose como podían de la lluvia.
Esperaron unos minutos y apareció Carlos, con su rostro desencajado.
Si, el Príncipe Carlos, Prince of Wales, el sucesor a la Corona Británica, cuyo hijo había desaparecido.
Se fundió en un gran abrazo con Barragán.
Su ánimo cambió de inmediato.
Si había alguien que podía salvar a su hijo mayor, era ese hombre, de Argentina.
Mead iba en absoluto silencio, no se sabe si por respeto, miedo o admiración, sólo se limitaba a realizar algún comentario sobre la ruta, de ser necesario.
El sistema Bluetooth del autómovil emitió una alerta, era una llamada entrante al BlackBerry de Barragán, al cual se había conectado apenas se había sentado al volante.
Era Paula, desde Buenos Aires, todo bien en la oficina, en la casa, Frankie y los chicos. Su hija mujer Flopy, recién se había graduado como Contador Público y en realidad se encontraba en París, junto con su mamá, María. En unos días llegarían a Londres.
Paula le mandó un beso y cortó. Cuando Barragán le comentó que se encontraba conduciendo, había entendido el mensaje. No estaba para hablar por teléfono, no se podía distraer.
El Continental se devoraba el camino. Mead continuaba sorprendido, no podía entender como ese hombre conducía el vehículo a esa velocidad, con una lluvia muy fuerte, aunque ya había sido advertido de las cualidades conductivas de Barragán.
LLegaron a Highgrove.
En la puerta se encontraba estacionado el Range Rover, negro, blindado.
Entraron corriendo a la residencia, cubriéndose como podían de la lluvia.
Esperaron unos minutos y apareció Carlos, con su rostro desencajado.
Si, el Príncipe Carlos, Prince of Wales, el sucesor a la Corona Británica, cuyo hijo había desaparecido.
Se fundió en un gran abrazo con Barragán.
Su ánimo cambió de inmediato.
Si había alguien que podía salvar a su hijo mayor, era ese hombre, de Argentina.
Monday, April 14, 2008
Cabinet Room
6:30, en punto.
Sonó el teléfono de la habitación, era el servicio de wake-up call. La precisión era acorde al resto de los servicios del hotel.
Su rutina, ducha, aceite pre-afeitada de Truefitt & Hill, crema de afeitar Rose y West Indian Extract of Limes para el after shave, el secreto estaba en la brocha de SuperBadger, todo esto de Geo F. Trumper, por último su perfume personalizado, desarrollado por Floris de Londres.
Miró al cielo, la lluvia continuaba, fuerte.
Tenía que ir al campo, se vistió acorde, un par de jeans, un sweater de Pringle, escocés, y su campera Barbour, así como las botas, estaría totalmente protegido de las inclemencias del tiempo, típicas del país.
Bajó al Executive Lounge, pidió un café, un poco de crema, unos huevos revueltos, tostadas de pan negro, queso crema, mermelada de naranja, yoghurt de durazno, un plato de frutas frescas y unas croissants.
Todo era excelente, hojeó los diarios, pidió unas botellas de San Pellegrino para llevar en el viaje.
Salió, con el tiempo perfectamente cronometrado, tenía que estar a las 8 en punto en Downing Street.
En la puerta del hotel, saludó a Mead, quien le entregó el control remoto del Bentley, recién salido de la fábrica, pintado en el clásico verde inglés. Las puertas se abrieron al aproximarse, sobre el asiento del conductor encontró una caja.
La abrió, contenía un reloj Breitling for Bentley.
La sociedad entre ambas marcas de artículos de impecable manufactura había dado sus frutos.
Barragán utilizada habitualmente un Breitling, de acero, con cuadrante azul, con doble oscilador de cuarzo, resistente a una profundidad de 500 metros, desarrollado para las fuerzas militares, prácticamente indestructible, cronómetro certificado, posiblemente el reloj de pulsera más preciso del mercado mundial.
Encendió el motor, Mead se sentó en el asiento izquierdo. Si bien, todo estaba invertido para Barragán, estaba acostumbrado.
Llegaron a Downing Street, Gordon los estaba esperando en la recepción, ya están todos, dijo, se dirigieron al Cabinet Room, la sala donde se reunía el Gabinete, todos los jueves a la mañana.
Ingresaron, los rostros preocupados de los miembros del SIS (Secret Intelligence Service), conocido por muchos como MI6, el Servicio de Inteligencia Británico, el cual funcionaba desde 1994 en su sede de Vauxhall Cross, lo decía todo.
Durante la Primera Guerra Mundial, existían hasta 10 secciones MI de la War Office.
También se encontraban presentes, miembros del MI5, el Security Service.
Luego de las presentaciones de rigor, un resumido detalle del cuadro de situación, Barragán les impartió las órdenes necesarias para comenzar a trabajar sin dilación alguna.
Él debía salir inmediatamente para Highgrove.
Mead guiaba la ruta, pero Barragán conducía, cuando peores las condiciones, mejor lo hacía.
Los equipos de comunicaciones brindaban sin interrupciones, información sobre las vías despejadas por las fuerzas de seguridad, para la salida de la ciudad sin demora.
Así daba gusto circular.
Sonó el teléfono de la habitación, era el servicio de wake-up call. La precisión era acorde al resto de los servicios del hotel.
Su rutina, ducha, aceite pre-afeitada de Truefitt & Hill, crema de afeitar Rose y West Indian Extract of Limes para el after shave, el secreto estaba en la brocha de SuperBadger, todo esto de Geo F. Trumper, por último su perfume personalizado, desarrollado por Floris de Londres.
Miró al cielo, la lluvia continuaba, fuerte.
Tenía que ir al campo, se vistió acorde, un par de jeans, un sweater de Pringle, escocés, y su campera Barbour, así como las botas, estaría totalmente protegido de las inclemencias del tiempo, típicas del país.
Bajó al Executive Lounge, pidió un café, un poco de crema, unos huevos revueltos, tostadas de pan negro, queso crema, mermelada de naranja, yoghurt de durazno, un plato de frutas frescas y unas croissants.
Todo era excelente, hojeó los diarios, pidió unas botellas de San Pellegrino para llevar en el viaje.
Salió, con el tiempo perfectamente cronometrado, tenía que estar a las 8 en punto en Downing Street.
En la puerta del hotel, saludó a Mead, quien le entregó el control remoto del Bentley, recién salido de la fábrica, pintado en el clásico verde inglés. Las puertas se abrieron al aproximarse, sobre el asiento del conductor encontró una caja.
La abrió, contenía un reloj Breitling for Bentley.
La sociedad entre ambas marcas de artículos de impecable manufactura había dado sus frutos.
Barragán utilizada habitualmente un Breitling, de acero, con cuadrante azul, con doble oscilador de cuarzo, resistente a una profundidad de 500 metros, desarrollado para las fuerzas militares, prácticamente indestructible, cronómetro certificado, posiblemente el reloj de pulsera más preciso del mercado mundial.
Encendió el motor, Mead se sentó en el asiento izquierdo. Si bien, todo estaba invertido para Barragán, estaba acostumbrado.
Llegaron a Downing Street, Gordon los estaba esperando en la recepción, ya están todos, dijo, se dirigieron al Cabinet Room, la sala donde se reunía el Gabinete, todos los jueves a la mañana.
Ingresaron, los rostros preocupados de los miembros del SIS (Secret Intelligence Service), conocido por muchos como MI6, el Servicio de Inteligencia Británico, el cual funcionaba desde 1994 en su sede de Vauxhall Cross, lo decía todo.
Durante la Primera Guerra Mundial, existían hasta 10 secciones MI de la War Office.
También se encontraban presentes, miembros del MI5, el Security Service.
Luego de las presentaciones de rigor, un resumido detalle del cuadro de situación, Barragán les impartió las órdenes necesarias para comenzar a trabajar sin dilación alguna.
Él debía salir inmediatamente para Highgrove.
Mead guiaba la ruta, pero Barragán conducía, cuando peores las condiciones, mejor lo hacía.
Los equipos de comunicaciones brindaban sin interrupciones, información sobre las vías despejadas por las fuerzas de seguridad, para la salida de la ciudad sin demora.
Así daba gusto circular.
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Sunday, April 13, 2008
Break de la madrugada
Eran casi las 4 de la madrugada en Londres, 12 de la medianoche en Buenos Aires.
Barragán recién había arribado, los efectos del jet lag se hacían sentir, los continuos viajes, afectaban su "operatividad", las comidas, el agua, por eso siempre tomaba aguas minerales...
En los últimos tiempos, en la medida de lo posible, en cada caso que trabajaba, las personas debían acomodarse a sus ciclos horarios, era la única forma.
Saltó de la cama, la tormenta continuaba, solicitó más café al servicio de cuartos, leche y unas galletas danesas.
Tomó el BlackBerry y envió un correo a la oficina de Gordon Brown, indicando que deseaba tener una reunión a las 8 en punto de la mañana, con la gente del equipo, no había un minuto que perder. A los pocos segundos, llegó la respuesta, con la confirmación firmada por uno de los asistentes del Primer Ministro.
Armó un rompecabezas mental, tratando de unir todas las piezas que le venían a la mente, en una primera instancia, mientras tomaba notas en su cuaderno.
Encendió nuevamente la TV, vió el noticiero de la BBC, con las noticias del mundo, justamente transmitieron una nota sobre el recorrido de la antorcha olímpica de Beijing 2008, en Buenos Aires.
Había sido una verdadera fiesta, sin ningún inconveniente o altercado, como había sucedido en otras ciudades que había visitado, como San Francisco, por ejemplo.
Buenos Aires, era la única ciudad de América Latina, que había sido seleccionada y distinguida con el honor de ser visitada por la antorcha.
Las medidas de seguridad de las fuerzas de la Policía Federal, la Prefectura Naval Argentina, los voluntarios habían funcionado correctamente.
Tenía que volver a dormir aunque sea un rato. Debía estar descansado a la mañana. Solicitó que lo despertaran a las 6:30, sharp.
Barragán recién había arribado, los efectos del jet lag se hacían sentir, los continuos viajes, afectaban su "operatividad", las comidas, el agua, por eso siempre tomaba aguas minerales...
En los últimos tiempos, en la medida de lo posible, en cada caso que trabajaba, las personas debían acomodarse a sus ciclos horarios, era la única forma.
Saltó de la cama, la tormenta continuaba, solicitó más café al servicio de cuartos, leche y unas galletas danesas.
Tomó el BlackBerry y envió un correo a la oficina de Gordon Brown, indicando que deseaba tener una reunión a las 8 en punto de la mañana, con la gente del equipo, no había un minuto que perder. A los pocos segundos, llegó la respuesta, con la confirmación firmada por uno de los asistentes del Primer Ministro.
Armó un rompecabezas mental, tratando de unir todas las piezas que le venían a la mente, en una primera instancia, mientras tomaba notas en su cuaderno.
Encendió nuevamente la TV, vió el noticiero de la BBC, con las noticias del mundo, justamente transmitieron una nota sobre el recorrido de la antorcha olímpica de Beijing 2008, en Buenos Aires.
Había sido una verdadera fiesta, sin ningún inconveniente o altercado, como había sucedido en otras ciudades que había visitado, como San Francisco, por ejemplo.
Buenos Aires, era la única ciudad de América Latina, que había sido seleccionada y distinguida con el honor de ser visitada por la antorcha.
Las medidas de seguridad de las fuerzas de la Policía Federal, la Prefectura Naval Argentina, los voluntarios habían funcionado correctamente.
Tenía que volver a dormir aunque sea un rato. Debía estar descansado a la mañana. Solicitó que lo despertaran a las 6:30, sharp.
Esto recién comienza
La situación era mucho más compleja y delicada que el caso que Barragán había imaginado.
La desaparición del Príncipe William, segundo en la línea de sucesión a la Corona Británica, ningún rastro, ningún mensaje, ningún contacto.
Obviamente el pueblo de Gran Bretaña no conocía la situación, pero algo debía hacerse muy rápidamente, los habituales compromisos del Príncipe, la exposición pública que poseía, no permitirían ocultarla.
Llegó al hotel, subió a su suite.
Ordenó la cena.
Al rato, dos personas de servicio le sirvieron la misma en la suite, pollo grillado sin piel y sin sal, pata, jugoso, al limón y puré de papas. Para beber, agua mineral Lauretana.
Una impresionante bandeja de frutas frescas y un termo con café.
Comió rápido y se comunicó con Mead.
Iba a necesitar transportación especial. Un Bentley Continental GT Speed, el modelo más potente fabricado por la compañía en su historia, el cual alcanzaba los 322 km/h.
En Highgrove lo esperarían con un Range Rover Supercharged Vogue SE blindado.
Encendió la pantalla de LCD, buscó en la guía digital la programación. Estaba por empezar Los Vengadores, si, The Avengers la clásica serie de la TV inglesa, con los personajes de J. Steed (quien también utilizaba un Bentley) y E. Peel (Lotus Elan 2). Lo bueno, la "verdadera" Srta. Peel, interpretada por la sugestiva Diana Rigg. Gran actriz de teatro, y un papel hecho a su medida.
Barragán conocía todos los capítulos de memoria, pero jamás se cansaba de verlos. Desde muy chico, junto a sus padres, los martes a las 22 horas, por canal 13 de Buenos Aires y hasta hacía poco tiempo, por cable, en Retro.
Disfrutó la serie, bebiendo sus jarras de café.
Apagó la TV. Mañana iba a ser un muy largo día. Era mejor acostarse.
La temperatura del cuarto era la adecuada, las gotas de la lluvia, golpeaban en el techo de vidrio, los relámpagos iluminaban la habitación de vez en cuando.
Las luces se apagaron.
La desaparición del Príncipe William, segundo en la línea de sucesión a la Corona Británica, ningún rastro, ningún mensaje, ningún contacto.
Obviamente el pueblo de Gran Bretaña no conocía la situación, pero algo debía hacerse muy rápidamente, los habituales compromisos del Príncipe, la exposición pública que poseía, no permitirían ocultarla.
Llegó al hotel, subió a su suite.
Ordenó la cena.
Al rato, dos personas de servicio le sirvieron la misma en la suite, pollo grillado sin piel y sin sal, pata, jugoso, al limón y puré de papas. Para beber, agua mineral Lauretana.
Una impresionante bandeja de frutas frescas y un termo con café.
Comió rápido y se comunicó con Mead.
Iba a necesitar transportación especial. Un Bentley Continental GT Speed, el modelo más potente fabricado por la compañía en su historia, el cual alcanzaba los 322 km/h.
En Highgrove lo esperarían con un Range Rover Supercharged Vogue SE blindado.
Encendió la pantalla de LCD, buscó en la guía digital la programación. Estaba por empezar Los Vengadores, si, The Avengers la clásica serie de la TV inglesa, con los personajes de J. Steed (quien también utilizaba un Bentley) y E. Peel (Lotus Elan 2). Lo bueno, la "verdadera" Srta. Peel, interpretada por la sugestiva Diana Rigg. Gran actriz de teatro, y un papel hecho a su medida.
Barragán conocía todos los capítulos de memoria, pero jamás se cansaba de verlos. Desde muy chico, junto a sus padres, los martes a las 22 horas, por canal 13 de Buenos Aires y hasta hacía poco tiempo, por cable, en Retro.
Disfrutó la serie, bebiendo sus jarras de café.
Apagó la TV. Mañana iba a ser un muy largo día. Era mejor acostarse.
La temperatura del cuarto era la adecuada, las gotas de la lluvia, golpeaban en el techo de vidrio, los relámpagos iluminaban la habitación de vez en cuando.
Las luces se apagaron.
Downing Street
Cuando alguien menciona Downing Street, la referencia inmediata en la mente, es el número 10.
Es la dirección de la residencia de Primer Ministro del Reino Unido.
Unida a la historia del Primer Ministro, desde el año 1730, constituyó el centro neurálgico del gobierno británico durante las dos guerras mundiales.
Gordon Brown, no tenía la llave de entrada a la residencia, pero siempre había personal de servicio, para dejarlo entrar.
Después de serpentear por las calles de Londres, nos detuvimos al frente, varios miembros de los servicios de inteligencia británicos estaban apostados, saludaron a Barragán, quien fue acompañado hasta la Terracotta Room.
La sala debía su nombre, al color en el cual se encontraba pintada, el cual había cambiado a lo largo de los años.
Uno de los últimos invitados a tomar el té, en la misma, junto con Gordon Brown, era Nelson Mandela, el legendario líder sudafricano.
Barragán recordó su última visita a Ciudad del Cabo, junto con una amiga, Cecilia, camino a las Islas Seychelles, y su recorrido por Robben Island, a 12 km. de la ciudad, por 400 años, lugar de exilio, prisión y sufrimiento para muchos. Ahí había sido confinado Nelson Mandela. Cuando la visitaron, un compañero de la celda contigua a la de Nelson, había oficiado de guía, jamás olvidaría la emoción de todos los presentes, frente a las brutalidades relatadas y a la posición frente al rencor, el cual debía ser totalmente desestimado. El consejo había sido, educar al otro, nunca tenerle rencor. Barragán había quedado muy emocionado con las palabras de ese hombre mayor, frágil, de una mirada impactante.
Cecilia, se ocupó de sorprenderlo. Le consiguió que alguien vaya hasta la isla de nuevo y volviera con el libro de Mandela, The Struggle of my Life, dedicado por el guía, con su dirección y teléfono, escrito con una letra infantil (había aprendido a leer y escribir en la oscuridad de su celda), y un beso de ella estampado en la tapa.
Barragán lo atesoraba. A pesar de haber conocido personalmente varios Papas, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II, personalidades gubernamentales, de la realeza, capitanes de la industria, deportistas, pocos lo habían impresionado tanto como ese hombre.
Mientras esperaba que Gordon Brown apareciera, recordó que estaba por efectuar su segunda visita a los Estados Unidos, desde que asumió el cargo, la cual comprendería las ciudades de Boston, New York y Washington, donde se entrevistaría con el Presidente Bush.
También le vino a la mente sus recientes comentarios vinculados a la situacion en Darfur, Africa, donde 200.000 personas habían sido asesinadas, y otros 2.000.000 de seres habían sido desplazados. La situación era un verdadero caos, y era imperiosa la actuación conjunta de las organizaciones humanitarias de todo el mundo, para brindar asistencia. Justamente George Clooney, el actor de la película que había vista en el avión, había denunciado la situación a la comunidad internacional desde hacía bastante tiempo, en un esfuerzo desesperado...
Gordon Brown, ingresó a la sala.
Un cálido apretón de manos y un fuerte abrazo. No eran amigos, pero si, poseían una sólida relación y un respeto mutuo.
Eduardo, le dijo, muy poca gente lo llamaba por su nombre, solo los más íntimos, algo terrible ha sucedido, el Príncipe William, ha desparecido!
William, hijo del Príncipe Carlos, era el segundo en la línea de sucesión al Trono.
Sucedió en la residencia de Highgrove y no hemos tenido ninguna noticia sobre él, ni demandas de secuestradores, o de otros grupos. Agregó.
Se produjo un profundo silencio.
Es la dirección de la residencia de Primer Ministro del Reino Unido.
Unida a la historia del Primer Ministro, desde el año 1730, constituyó el centro neurálgico del gobierno británico durante las dos guerras mundiales.
Gordon Brown, no tenía la llave de entrada a la residencia, pero siempre había personal de servicio, para dejarlo entrar.
Después de serpentear por las calles de Londres, nos detuvimos al frente, varios miembros de los servicios de inteligencia británicos estaban apostados, saludaron a Barragán, quien fue acompañado hasta la Terracotta Room.
La sala debía su nombre, al color en el cual se encontraba pintada, el cual había cambiado a lo largo de los años.
Uno de los últimos invitados a tomar el té, en la misma, junto con Gordon Brown, era Nelson Mandela, el legendario líder sudafricano.
Barragán recordó su última visita a Ciudad del Cabo, junto con una amiga, Cecilia, camino a las Islas Seychelles, y su recorrido por Robben Island, a 12 km. de la ciudad, por 400 años, lugar de exilio, prisión y sufrimiento para muchos. Ahí había sido confinado Nelson Mandela. Cuando la visitaron, un compañero de la celda contigua a la de Nelson, había oficiado de guía, jamás olvidaría la emoción de todos los presentes, frente a las brutalidades relatadas y a la posición frente al rencor, el cual debía ser totalmente desestimado. El consejo había sido, educar al otro, nunca tenerle rencor. Barragán había quedado muy emocionado con las palabras de ese hombre mayor, frágil, de una mirada impactante.
Cecilia, se ocupó de sorprenderlo. Le consiguió que alguien vaya hasta la isla de nuevo y volviera con el libro de Mandela, The Struggle of my Life, dedicado por el guía, con su dirección y teléfono, escrito con una letra infantil (había aprendido a leer y escribir en la oscuridad de su celda), y un beso de ella estampado en la tapa.
Barragán lo atesoraba. A pesar de haber conocido personalmente varios Papas, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II, personalidades gubernamentales, de la realeza, capitanes de la industria, deportistas, pocos lo habían impresionado tanto como ese hombre.
Mientras esperaba que Gordon Brown apareciera, recordó que estaba por efectuar su segunda visita a los Estados Unidos, desde que asumió el cargo, la cual comprendería las ciudades de Boston, New York y Washington, donde se entrevistaría con el Presidente Bush.
También le vino a la mente sus recientes comentarios vinculados a la situacion en Darfur, Africa, donde 200.000 personas habían sido asesinadas, y otros 2.000.000 de seres habían sido desplazados. La situación era un verdadero caos, y era imperiosa la actuación conjunta de las organizaciones humanitarias de todo el mundo, para brindar asistencia. Justamente George Clooney, el actor de la película que había vista en el avión, había denunciado la situación a la comunidad internacional desde hacía bastante tiempo, en un esfuerzo desesperado...
Gordon Brown, ingresó a la sala.
Un cálido apretón de manos y un fuerte abrazo. No eran amigos, pero si, poseían una sólida relación y un respeto mutuo.
Eduardo, le dijo, muy poca gente lo llamaba por su nombre, solo los más íntimos, algo terrible ha sucedido, el Príncipe William, ha desparecido!
William, hijo del Príncipe Carlos, era el segundo en la línea de sucesión al Trono.
Sucedió en la residencia de Highgrove y no hemos tenido ninguna noticia sobre él, ni demandas de secuestradores, o de otros grupos. Agregó.
Se produjo un profundo silencio.
41
Nuestra comitiva avanzaba a gran velocidad, el trabajo de los motociclistas abriendo paso, era impecable, otras unidades de apoyo habían sido desplegadas a través de la ruta, incluso un par de helicópteros nos sobrevolaban.
Barragán había encendido su BlackBerry, el cual en instantes se había conectado a la red de Vodafone UK.
Inmediatamente se comunicó con Gordon Brown y se comprometió a visitarlo lo antes posible. Lo esperaban ansiosamente.
Lo sorprendía la habilidad conductiva de todos los miembros del equipo, parecían un ballet, la sincronización de movimientos, entre las motocicletas, los Jaguars de la custodia y el LTI era única. Obvio, eran verdaderos profesionales.
Llegaron a Buckingham Palace Road, en el número 41, se encontraba, justamente, "41" uno de sus hoteles preferidos en la ciudad.
Era un hotel extremadamente lujoso, con una ubicación envidiable, y más para éste viaje, con solo treinta habitaciones y una relación de dos personas de servicio, por cada huésped.
Los vecinos solían ser muy silenciosos.
Malcolm, el gerente general, lo esperaba en la puerta del hotel. Le dió un cálido saludo. Cómo esta Frankie? preguntó.
Frankie, había estado en el hotel con anterioridad y se había ganado el cariño de todo el personal, como era habitual. Su gran belleza física, lo hacía muy atractivo y llamativo, su carácter dulce, compraba a todas las personas, que le gustaban, o en caso contrario, asustaba. Manejaba con gran habilidad su transformación perro de compañía a perro temerario.
El hotel tenía un conserje para las mascotas, y todo lo inimaginable para servirlas.
Antoinette, quién era la gerente de recepción, también le brindó un cordial saludo a Barragán.
La Conservatory Master Suite ya se encontraba lista para él. Entre otras cosas, la caracterizaba el techo vidriado, lo cual permitía dormir bajo las estrellas en pleno centro de Londres, lo cual no era poca cosa.
Barragán entró, tomó una pera de la gran bandeja de frutas, abrió una Perrier, mientras sacaba de su maletín, su notebook, una Dell Latitude D 630.
Inmediatamente se conectó a la red wi-fi de alta velocidad de la suite.
Ingresó su password, se conectó al exchange server. Dió una rápida mirada a los correos, los múltiples filtros de spam, se habían ya ocupado de ahorrarle trabajo.
Solicitó un 41 Burger, junto con una cerveza Chimay (su preferida de las cervezas belgas).
Se pegó una ducha, se afeitó, desodorante, unas gotas de Hérmes BelAmi y a vestirse.
Ya le habían repasado la camisa blanca, inmaculada, de Turnbull & Asser, eligió un traje azul de tres botones, hecho a medida por su gran amigo Gianni Campagna, de Milán, corbata al tono de Hérmes y zapatos negros, también a medida de Lobb, los gemelos con forma de ositos panda, hacían juego con los dibujos de la corbata.
Consultó la hora en su Ulysse Nardin, GMT, y ajustó la misma, en su segundo huso horario, con la practicidad que únicamente el sistema patentado por Ulysse, permitía. Era el reloj indicado para los viajes. Cuadrante azul, correa de cuero del mismo color, buen calibre, excelente visibilidad y reserva de marcha. En el dorso, su conocido logo San Marco, y el No. 4160.
Era fanático de la marca desde muy chico, cuando se paraba frente a la vidriera de la joyería Escasany, en la Av. Santa Fe, en Buenos Aires, y disfrutaba de esos estupendos relojes, con el logo del ancla, la cual se encontraba con un fondo de cobalto azul en la cuerda, unida a su gran tradición naval, por siglos.
El LTI, lo esperaba en la puerta, salieron a toda velocidad para 10 Downing Street.
El capitán Mead, un galés iba al volante, como el capitán del avión, la tenía muy clara, moverse en Londres no era sencillo, un taxista debía prepararse en promedio 34 meses para obtener su licencia, luego de un promedio de 12 intentos.
En Buenos Aires, algunos, ni sabían donde quedaba el Obelisco...
No nos olvidemos, que el LTI, era el clásico taxi londinense, los black cabs, era el ideal para ser transportado.
Barragán había encendido su BlackBerry, el cual en instantes se había conectado a la red de Vodafone UK.
Inmediatamente se comunicó con Gordon Brown y se comprometió a visitarlo lo antes posible. Lo esperaban ansiosamente.
Lo sorprendía la habilidad conductiva de todos los miembros del equipo, parecían un ballet, la sincronización de movimientos, entre las motocicletas, los Jaguars de la custodia y el LTI era única. Obvio, eran verdaderos profesionales.
Llegaron a Buckingham Palace Road, en el número 41, se encontraba, justamente, "41" uno de sus hoteles preferidos en la ciudad.
Era un hotel extremadamente lujoso, con una ubicación envidiable, y más para éste viaje, con solo treinta habitaciones y una relación de dos personas de servicio, por cada huésped.
Los vecinos solían ser muy silenciosos.
Malcolm, el gerente general, lo esperaba en la puerta del hotel. Le dió un cálido saludo. Cómo esta Frankie? preguntó.
Frankie, había estado en el hotel con anterioridad y se había ganado el cariño de todo el personal, como era habitual. Su gran belleza física, lo hacía muy atractivo y llamativo, su carácter dulce, compraba a todas las personas, que le gustaban, o en caso contrario, asustaba. Manejaba con gran habilidad su transformación perro de compañía a perro temerario.
El hotel tenía un conserje para las mascotas, y todo lo inimaginable para servirlas.
Antoinette, quién era la gerente de recepción, también le brindó un cordial saludo a Barragán.
La Conservatory Master Suite ya se encontraba lista para él. Entre otras cosas, la caracterizaba el techo vidriado, lo cual permitía dormir bajo las estrellas en pleno centro de Londres, lo cual no era poca cosa.
Barragán entró, tomó una pera de la gran bandeja de frutas, abrió una Perrier, mientras sacaba de su maletín, su notebook, una Dell Latitude D 630.
Inmediatamente se conectó a la red wi-fi de alta velocidad de la suite.
Ingresó su password, se conectó al exchange server. Dió una rápida mirada a los correos, los múltiples filtros de spam, se habían ya ocupado de ahorrarle trabajo.
Solicitó un 41 Burger, junto con una cerveza Chimay (su preferida de las cervezas belgas).
Se pegó una ducha, se afeitó, desodorante, unas gotas de Hérmes BelAmi y a vestirse.
Ya le habían repasado la camisa blanca, inmaculada, de Turnbull & Asser, eligió un traje azul de tres botones, hecho a medida por su gran amigo Gianni Campagna, de Milán, corbata al tono de Hérmes y zapatos negros, también a medida de Lobb, los gemelos con forma de ositos panda, hacían juego con los dibujos de la corbata.
Consultó la hora en su Ulysse Nardin, GMT, y ajustó la misma, en su segundo huso horario, con la practicidad que únicamente el sistema patentado por Ulysse, permitía. Era el reloj indicado para los viajes. Cuadrante azul, correa de cuero del mismo color, buen calibre, excelente visibilidad y reserva de marcha. En el dorso, su conocido logo San Marco, y el No. 4160.
Era fanático de la marca desde muy chico, cuando se paraba frente a la vidriera de la joyería Escasany, en la Av. Santa Fe, en Buenos Aires, y disfrutaba de esos estupendos relojes, con el logo del ancla, la cual se encontraba con un fondo de cobalto azul en la cuerda, unida a su gran tradición naval, por siglos.
El LTI, lo esperaba en la puerta, salieron a toda velocidad para 10 Downing Street.
El capitán Mead, un galés iba al volante, como el capitán del avión, la tenía muy clara, moverse en Londres no era sencillo, un taxista debía prepararse en promedio 34 meses para obtener su licencia, luego de un promedio de 12 intentos.
En Buenos Aires, algunos, ni sabían donde quedaba el Obelisco...
No nos olvidemos, que el LTI, era el clásico taxi londinense, los black cabs, era el ideal para ser transportado.
Saturday, April 12, 2008
London Heathrow Airport
Cuando despertó, todavía faltaban un par de horas para el arribo a Londres.
Sirvieron el desayuno, si bien Barragán era fanático del café, no podía desairar a los ingleses, y deseaba probar alguna de sus excelentes variadades de té, seleccionó cuidadosamente, aceptó la sugerencia de la asistente, y lo acompañó con un par de tostadas de pan negro, queso crema descremado y mermelada St. Dalfour, francesa, sin azúcar de blackberry.
Un poco de música, no me vendría mal, pensó. Recorrió los canales de audio, el trece, estaba dedicado a música Disco, lo cual le traía muchos recuerdos de su época adolescente, sus noches como DJ, junto con sus grandes amigos, Luis y Daniel. Básicamente incluía The Very Best of Gloria Gaynor y material de KC and The Sunshine Band, dos verdaderos clásicos, pensar que Gloria tuvo un solo hit, I Will Survive y fué cierto, sobrevivió con ése.
Optó por buscar su iPod Touch de 32 Gb en su Tumi, junto sus nuevos monitores personales de Ultimate Ears, el modelo UE 11 PRO, los cuales iba a estrenar, recién los había recibido de Nueva York, donde se los habían hecho a medida. Los compararía con sus Shure SCL 5 y los Bang & Olufsen
El display del iPod era espectacular, la calidad de visión, el brillo, un par de comandos por tacto, y arrancó con Earth, Wind and Fire y un clásico de clásicos, September, la combinación del player, los earphones y el tema elegido era superlativa.
El comandante avisó la aproximación al aeropuerto de Londres y los preparativos de seguridad para el aterrizaje.
El aeropuerto de Heathrow, uno de los líderes a nivel mundial, se estaba preparando para albergar al nuevo Airbus A 380, el nuevo gigante de los cielos.
Tocaron tierra, con una suavidad incomparable, el capitán la tenía clara, pensó.
Se abrieron las puertas. Dos hombres lo esperaban en la rampa, un saludo preciso y lo acompañaron hasta la salida, personal de aduana realizó los trámites en segundos.
Un LTI TX4, cuatro Jaguars XF y ocho motocicletas BMW de la policía de Londres, esperaban con sus motores encendidos.
La infinidad de luces, los sonidos de las sirenas de semejante flota, obviamente no colaboraban para pasar desapercibidos, como él hubiera deseado, pero debían llegar al centro de la ciudad realmente rápido.
Sirvieron el desayuno, si bien Barragán era fanático del café, no podía desairar a los ingleses, y deseaba probar alguna de sus excelentes variadades de té, seleccionó cuidadosamente, aceptó la sugerencia de la asistente, y lo acompañó con un par de tostadas de pan negro, queso crema descremado y mermelada St. Dalfour, francesa, sin azúcar de blackberry.
Un poco de música, no me vendría mal, pensó. Recorrió los canales de audio, el trece, estaba dedicado a música Disco, lo cual le traía muchos recuerdos de su época adolescente, sus noches como DJ, junto con sus grandes amigos, Luis y Daniel. Básicamente incluía The Very Best of Gloria Gaynor y material de KC and The Sunshine Band, dos verdaderos clásicos, pensar que Gloria tuvo un solo hit, I Will Survive y fué cierto, sobrevivió con ése.
Optó por buscar su iPod Touch de 32 Gb en su Tumi, junto sus nuevos monitores personales de Ultimate Ears, el modelo UE 11 PRO, los cuales iba a estrenar, recién los había recibido de Nueva York, donde se los habían hecho a medida. Los compararía con sus Shure SCL 5 y los Bang & Olufsen
El display del iPod era espectacular, la calidad de visión, el brillo, un par de comandos por tacto, y arrancó con Earth, Wind and Fire y un clásico de clásicos, September, la combinación del player, los earphones y el tema elegido era superlativa.
El comandante avisó la aproximación al aeropuerto de Londres y los preparativos de seguridad para el aterrizaje.
El aeropuerto de Heathrow, uno de los líderes a nivel mundial, se estaba preparando para albergar al nuevo Airbus A 380, el nuevo gigante de los cielos.
Tocaron tierra, con una suavidad incomparable, el capitán la tenía clara, pensó.
Se abrieron las puertas. Dos hombres lo esperaban en la rampa, un saludo preciso y lo acompañaron hasta la salida, personal de aduana realizó los trámites en segundos.
Un LTI TX4, cuatro Jaguars XF y ocho motocicletas BMW de la policía de Londres, esperaban con sus motores encendidos.
La infinidad de luces, los sonidos de las sirenas de semejante flota, obviamente no colaboraban para pasar desapercibidos, como él hubiera deseado, pero debían llegar al centro de la ciudad realmente rápido.
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Aeropuerto Ministro Pistarini
Ezeiza, República Argentina...
Barragán llegó al aeropuerto con su acostumbrada antelación, check-in, Paula fue a pagar la tasa de embarque y se dirigieron a la zona de aduanas.
Se dieron un pequeño beso, él la tomó de la cintura, ella lo rozó...y sabía muy bien como hacerlo.
Pasaporte en mano, formulario de migraciones, tarjeta de embarque y algo muy importante, su permiso especial para portar armas en la aeronave.
Barragán no era muy proclive a la portación y el uso de armas de fuego, si bien poseía una colección más que interesante, en esta ocasión había optado por su Glock 23, calibre 40. Todavía recordaba el día que la recibió de manos del mismo Gastón Glock, quien la había diseñado especialmente para él, incluyendo el grabado de su nombre.
Era un arma compacta y poderosa, utilizada por el F.B.I. y muchas otras fuerzas legales alrededor del mundo.
Finalizados los trámites de rigor, se dirigió al salón de American Express, donde hizo tiempo hasta el momento del embarque. No tenía ganas de perder tiempo visitando el Free Shop, le parecían todos iguales, excepto el del aeropuerto de Schiphol, en Amsterdam.
Embarcaron, la primera clase de British Airways, era realmente magnífica, fué acompañado hasta su asiento, se acomodó, y a los minutos, los acostumbrados mensajes de bienvenida, destino, tiempo de vuelo, condiciones climáticas y normas de seguridad, estaba todo listo para el despegue.
Las cuatro turbinas del Boeing 747-400 rugieron, levantó vuelo, y se dispuso a esperar que transcurran las horas.
Encendió el sistema de entretenimiento personal y sintonizó el canal donde proyectaban Michael Clayton, una historia vinculada a un abogado, protagonizada por George Clooney.
Le sirvieron la cena, realmente la disfrutó, la comida y bebida, eran de una excelente calidad.
Cuando se disponía a dormir, se desató una brutal tormenta, no era muy cómodo, pero Barragán estaba acostumbrado a viajar desde los trece años, acompañando a sus padres, quienes recorrían el mundo muy a menudo. Las condiciones climáticas y el movimiento del avión, no lo disturbaban en lo absoluto.
Barragán llegó al aeropuerto con su acostumbrada antelación, check-in, Paula fue a pagar la tasa de embarque y se dirigieron a la zona de aduanas.
Se dieron un pequeño beso, él la tomó de la cintura, ella lo rozó...y sabía muy bien como hacerlo.
Pasaporte en mano, formulario de migraciones, tarjeta de embarque y algo muy importante, su permiso especial para portar armas en la aeronave.
Barragán no era muy proclive a la portación y el uso de armas de fuego, si bien poseía una colección más que interesante, en esta ocasión había optado por su Glock 23, calibre 40. Todavía recordaba el día que la recibió de manos del mismo Gastón Glock, quien la había diseñado especialmente para él, incluyendo el grabado de su nombre.
Era un arma compacta y poderosa, utilizada por el F.B.I. y muchas otras fuerzas legales alrededor del mundo.
Finalizados los trámites de rigor, se dirigió al salón de American Express, donde hizo tiempo hasta el momento del embarque. No tenía ganas de perder tiempo visitando el Free Shop, le parecían todos iguales, excepto el del aeropuerto de Schiphol, en Amsterdam.
Embarcaron, la primera clase de British Airways, era realmente magnífica, fué acompañado hasta su asiento, se acomodó, y a los minutos, los acostumbrados mensajes de bienvenida, destino, tiempo de vuelo, condiciones climáticas y normas de seguridad, estaba todo listo para el despegue.
Las cuatro turbinas del Boeing 747-400 rugieron, levantó vuelo, y se dispuso a esperar que transcurran las horas.
Encendió el sistema de entretenimiento personal y sintonizó el canal donde proyectaban Michael Clayton, una historia vinculada a un abogado, protagonizada por George Clooney.
Le sirvieron la cena, realmente la disfrutó, la comida y bebida, eran de una excelente calidad.
Cuando se disponía a dormir, se desató una brutal tormenta, no era muy cómodo, pero Barragán estaba acostumbrado a viajar desde los trece años, acompañando a sus padres, quienes recorrían el mundo muy a menudo. Las condiciones climáticas y el movimiento del avión, no lo disturbaban en lo absoluto.
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Tuesday, April 8, 2008
Desayunando
Ocho y media de la mañana, Paula se acercó a la cama con una humeante taza de café recién molido, hecho en la Bodum, con agua mineral Evian.
Barragán percibió el profundo aroma y se incorporó inmediatamente en la cama, bebió de la jarra, siempre existía la dualidad entre el café expresso y éste, muchos factores incidían en la calidad final del mismo.
Se duchó, se afeitó, con su clásico ritual, un splash de una de sus tantas fragancias preferidas, hoy le había tocado a Boucheron, una versión muy fresca, para el verano, vigorizante.
Paula lo estaba esperando con la puerta del ascensor abierta, un beso, y adentro.
Paró un taxi, siempre seleccionaba el auto que más le gustaba, ponía especial atención en la limpieza del vehiculo, la presentación del mismo, y dentro, el aire acondicionado encendido, música suave, y en lo posible un conductor que no hablara demasiado.
A La Biela! Tomaron Av. del Libertador, disfrutaba la vista de los parques, Plaza Alemania, la barranca que daba a la Isla, tomaron la curva de Av. Alvear, Ayacucho y finalmente Quintana y la esquina de Roberto M. Ortiz.
Se sentó como siempre en una de las mesas de la vereda, Luis, uno de los tradicionales mozos de La Biela, que lo atendía desde hace treinta años, le dió un abrazo, no le hacía falta preguntarle el pedido, café con leche express (más café que leche), tres medialunas partidas al medio, tostadas, manteca, mermelada, y un jugo de naranja recién exprimido.
Mientras desayunaba (su comida preferida), leía rápidamente los titulares de los principales matutinos, nada en especial, poco más de lo mismo, la lucha de la gente del campo, el caso del Intendente de Pinamar, la inflación, la delincuencia feroz de cada día y por último el detalle de los piquetes.
De pronto, dejó todo eso de lado, y se concentró en el caso que lo esperaba en el Reino Unido, Brown jamás lo hubiera convocado de esa manera, a no ser que se tratara de uno realmente importante.
Su cabeza siguió trabajando...
Barragán percibió el profundo aroma y se incorporó inmediatamente en la cama, bebió de la jarra, siempre existía la dualidad entre el café expresso y éste, muchos factores incidían en la calidad final del mismo.
Se duchó, se afeitó, con su clásico ritual, un splash de una de sus tantas fragancias preferidas, hoy le había tocado a Boucheron, una versión muy fresca, para el verano, vigorizante.
Paula lo estaba esperando con la puerta del ascensor abierta, un beso, y adentro.
Paró un taxi, siempre seleccionaba el auto que más le gustaba, ponía especial atención en la limpieza del vehiculo, la presentación del mismo, y dentro, el aire acondicionado encendido, música suave, y en lo posible un conductor que no hablara demasiado.
A La Biela! Tomaron Av. del Libertador, disfrutaba la vista de los parques, Plaza Alemania, la barranca que daba a la Isla, tomaron la curva de Av. Alvear, Ayacucho y finalmente Quintana y la esquina de Roberto M. Ortiz.
Se sentó como siempre en una de las mesas de la vereda, Luis, uno de los tradicionales mozos de La Biela, que lo atendía desde hace treinta años, le dió un abrazo, no le hacía falta preguntarle el pedido, café con leche express (más café que leche), tres medialunas partidas al medio, tostadas, manteca, mermelada, y un jugo de naranja recién exprimido.
Mientras desayunaba (su comida preferida), leía rápidamente los titulares de los principales matutinos, nada en especial, poco más de lo mismo, la lucha de la gente del campo, el caso del Intendente de Pinamar, la inflación, la delincuencia feroz de cada día y por último el detalle de los piquetes.
De pronto, dejó todo eso de lado, y se concentró en el caso que lo esperaba en el Reino Unido, Brown jamás lo hubiera convocado de esa manera, a no ser que se tratara de uno realmente importante.
Su cabeza siguió trabajando...
Monday, April 7, 2008
Pidiendo pista
Cruzaron el peaje del kilómetro 90, la lluvia continuaba, cada vez más fuerte, al igual que la velocidad del auto.
Cuando se dieron cuenta, ya estaban en Puerto Madero, camino a Palermo Nuevo.
Hizo un par de señas con la luces y el personal de seguridad de la torre, le franqueó la entrada, los controles de acceso de rutina, descendieron por la rampa al segundo subsuelo, estacionó el auto y subieron por el Fujitec al octavo piso en apenas segundos, sin la más mínima vibración, siempre le llamaba la atención la calidad de esos ascensores de altísima velocidad, que parecían inmóviles.
Ingresaron al departamento, encendió las luces desde el control remoto Bang & Olufsen, al mismo tiempo el magnífico equipo de sonido comenzaba a crear un ambiente muy especial, con Marvin Gaye y su Sexual Healing, dirigió sus ojos a Paula, y suspiró.
Al instante, un ladrido, profundo, era Frankie, su fiel Weimaraner, pronto, el 20 de abril, cumpliría ocho años. Su nombre era por Frank Sinatra, ambos tienen los ojos azules. Frankie, le había devuelto la alegría de tener un perro, después de la pérdida de Voltaire, el caniche mediano que lo había acompañado durante veinte años...
Mientras jugaban en la cocina, preparó dos capuccinos en la Nespresso y los sirvió en la mesa del living, junto con unos chocolates Lindt, más precisamente unos Lindor con relleno de chocolate, uno de sus preferidos y un par de vasos de San Pellegrino bien fría.
Marvin seguía cantando, la luz tenue del iGuzzini acompañaba, Paula con un simple movimiento desató el nudo de su vestido, se zambulló en la cama, como Marilyn Monroe, aunque en vez de Chanel Nro. 5, ella prefería unas gotas de Ligth Blue de Dolce & Gabbana.
Barragán no lo dudó, era momento de repetir Sexual Healing...
Cuando se dieron cuenta, ya estaban en Puerto Madero, camino a Palermo Nuevo.
Hizo un par de señas con la luces y el personal de seguridad de la torre, le franqueó la entrada, los controles de acceso de rutina, descendieron por la rampa al segundo subsuelo, estacionó el auto y subieron por el Fujitec al octavo piso en apenas segundos, sin la más mínima vibración, siempre le llamaba la atención la calidad de esos ascensores de altísima velocidad, que parecían inmóviles.
Ingresaron al departamento, encendió las luces desde el control remoto Bang & Olufsen, al mismo tiempo el magnífico equipo de sonido comenzaba a crear un ambiente muy especial, con Marvin Gaye y su Sexual Healing, dirigió sus ojos a Paula, y suspiró.
Al instante, un ladrido, profundo, era Frankie, su fiel Weimaraner, pronto, el 20 de abril, cumpliría ocho años. Su nombre era por Frank Sinatra, ambos tienen los ojos azules. Frankie, le había devuelto la alegría de tener un perro, después de la pérdida de Voltaire, el caniche mediano que lo había acompañado durante veinte años...
Mientras jugaban en la cocina, preparó dos capuccinos en la Nespresso y los sirvió en la mesa del living, junto con unos chocolates Lindt, más precisamente unos Lindor con relleno de chocolate, uno de sus preferidos y un par de vasos de San Pellegrino bien fría.
Marvin seguía cantando, la luz tenue del iGuzzini acompañaba, Paula con un simple movimiento desató el nudo de su vestido, se zambulló en la cama, como Marilyn Monroe, aunque en vez de Chanel Nro. 5, ella prefería unas gotas de Ligth Blue de Dolce & Gabbana.
Barragán no lo dudó, era momento de repetir Sexual Healing...
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Continúa volando
Si bien es cierto todos sus sentidos estaban puestos en el control del automóvil, la cantidad inagotable de sistemas de información y control electrónicos de su BMW, hacían de la conducción, aún en condiciones climáticas muy adversas, una verdadera experiencia única.
Por un instante recordó los viajes de fin de semana por la antigua ruta nacional 2, simple, con dos manos únicamente, una verdadera trampa mortal en temporada de verano, camiones, colectivos, vehiculos del campo y todos los demás conspiraban para lo peor. Su padre, Eduardo, como copiloto, primero en la Dodge GTX, luego en su Volvo 264GLE, sorteando todo tipo de obstáculos, lo cual le ponía verdadera emoción al viaje...
Pararon unos minutos en un centro de servicio de Shell, cerca de Chascomús, llenó el tanque de combustible, comieron un par de sandwichs con agua mineral, dos cafés con crema, y nuevamente a la ruta.
La ansiedad lo visitaba, cambió el CD, subió el volumen desde el control de volante multifunción, nunca apartaba las manos del volante cuando conducía, ni aún por Paula (lo cual era mucho decir), y apareció la voz inconfundible de Barry White y su clásico Let The Music Play, el interior del auto se asemejaba al Mau Mau, de la calle Arroyo al 800. Pensó en Lataliste, sus llegadas, La Vie en Rose sonando, Andrés, custodiando la puerta, como siempre.
Clavó el control de crucero del BMW en 235 kms. por hora, excesivo para algunos, más que razonable para él, las nuevas cubiertas Sumitomo se "pegaron" literalmente al asfalto.
Por un instante recordó los viajes de fin de semana por la antigua ruta nacional 2, simple, con dos manos únicamente, una verdadera trampa mortal en temporada de verano, camiones, colectivos, vehiculos del campo y todos los demás conspiraban para lo peor. Su padre, Eduardo, como copiloto, primero en la Dodge GTX, luego en su Volvo 264GLE, sorteando todo tipo de obstáculos, lo cual le ponía verdadera emoción al viaje...
Pararon unos minutos en un centro de servicio de Shell, cerca de Chascomús, llenó el tanque de combustible, comieron un par de sandwichs con agua mineral, dos cafés con crema, y nuevamente a la ruta.
La ansiedad lo visitaba, cambió el CD, subió el volumen desde el control de volante multifunción, nunca apartaba las manos del volante cuando conducía, ni aún por Paula (lo cual era mucho decir), y apareció la voz inconfundible de Barry White y su clásico Let The Music Play, el interior del auto se asemejaba al Mau Mau, de la calle Arroyo al 800. Pensó en Lataliste, sus llegadas, La Vie en Rose sonando, Andrés, custodiando la puerta, como siempre.
Clavó el control de crucero del BMW en 235 kms. por hora, excesivo para algunos, más que razonable para él, las nuevas cubiertas Sumitomo se "pegaron" literalmente al asfalto.
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Sunday, April 6, 2008
Volando...en la ruta
Mientras Paula se vestía, Barragán, aprovechaba para consultar el vuelo disponible a Londres, por internet.
Ingresó al site de British Airways y reservó su ticket en primera clase para el BA0246, Martes 8 de abril, Heathrow.
Cuando llegara a Buenos Aires, todo sería confirmado por su agente de viajes. A Barragán lo aburrían todos esos detalles de logística.
Cuando cerró el explorador en su BlackBerry, ingresó Paula al salón, con su natural belleza y una amplia sonrisa, I am ready! susurró.
Bajaron al garage, los truenos continuaban sonando, cada vez más fuerte, pero peor o mejor, fue el rugir del motor, cuando Barragán encendió, su BMW.
Todos los sistemas de su vehiculo se pusieron en funcionamiento, el cockpit parecía el de un avión jet militar de ultísima generación.
Paula, se acomodó en el asiento delantero derecho, Fallen se escuchaba en el magnífico equipo de audio del automóvil, más no se podía pedir...
Barragán, presionó el comando del control remoto de las puertas del garage, puso primera, y al minuto partió, era un fanático de las altas velocidades, conducía desde que tenía 12 años, a su padre no le gustaba hacerlo, así que poseía una gran experiencia en todo tipo de situaciones, jamás bebía ni una gota de alcohol y mantenía a su auto en óptimas condiciones de funcionamiento. Su hijo, era el encargado del mismo, gran fanático de la marca alemana que tantas satisfacciones les había brindado.
Los primeros 200 kms. transcurrieron en calma, escuchando excelente música, comentando sobre el extraño mensaje recibido, bajo la gran tormenta, que iluminaba en forma intermitente la ruta. Todos sus sentidos, en realidad, estaban puestos en el control del auto...
Ingresó al site de British Airways y reservó su ticket en primera clase para el BA0246, Martes 8 de abril, Heathrow.
Cuando llegara a Buenos Aires, todo sería confirmado por su agente de viajes. A Barragán lo aburrían todos esos detalles de logística.
Cuando cerró el explorador en su BlackBerry, ingresó Paula al salón, con su natural belleza y una amplia sonrisa, I am ready! susurró.
Bajaron al garage, los truenos continuaban sonando, cada vez más fuerte, pero peor o mejor, fue el rugir del motor, cuando Barragán encendió, su BMW.
Todos los sistemas de su vehiculo se pusieron en funcionamiento, el cockpit parecía el de un avión jet militar de ultísima generación.
Paula, se acomodó en el asiento delantero derecho, Fallen se escuchaba en el magnífico equipo de audio del automóvil, más no se podía pedir...
Barragán, presionó el comando del control remoto de las puertas del garage, puso primera, y al minuto partió, era un fanático de las altas velocidades, conducía desde que tenía 12 años, a su padre no le gustaba hacerlo, así que poseía una gran experiencia en todo tipo de situaciones, jamás bebía ni una gota de alcohol y mantenía a su auto en óptimas condiciones de funcionamiento. Su hijo, era el encargado del mismo, gran fanático de la marca alemana que tantas satisfacciones les había brindado.
Los primeros 200 kms. transcurrieron en calma, escuchando excelente música, comentando sobre el extraño mensaje recibido, bajo la gran tormenta, que iluminaba en forma intermitente la ruta. Todos sus sentidos, en realidad, estaban puestos en el control del auto...
Barragán, la leyenda comienza
Cariló, Provincia de Buenos Aires, Argentina...
La casa temblaba, los truenos eran cada vez más fuertes, los relámpagos iluminaban el bosque, la noche cerrada se convertía en día.
Barragán disfrutaba "viviendo" la tormenta, desde chico sentía una especial predilección por los días, y más todavía, por las noches lluviosas. Mientras miraba caer la lluvia a baldes, debajo de la galería, saboreando un café Ristretto, preparado con su máquina Nespresso, su BlackBerry 8300 Curve, también vibró.
Un nuevo correo había llegado, miró de costado la brillante pantalla...después de la @ se leía "pmo.gov.uk". Eso significaba una sola cosa, el correo era de la oficina de Gordon Brown, el Primer Ministro de Gran Bretaña.
En un domingo a la noche, siendo en el Reino Unido, casi las 2 de la madrugada, debía ser algo realmente importante.
Barragán leyó el correo, era muy corto: "Lo espero urgentemente. Ya conoce mi dirección. GB"
Barragán, ni lo dudó, debía viajar a Londres en forma inmediata.
Llamó a Paula, el solo intercambio de miradas, lo dijo todo, a los pocos minutos, ella apareció con dos carry-ons Tumi, con todo lo necesario para el viaje, siempre estaban preparados.
Ella le pidió solo unos minutos...para vestirse.
La casa temblaba, los truenos eran cada vez más fuertes, los relámpagos iluminaban el bosque, la noche cerrada se convertía en día.
Barragán disfrutaba "viviendo" la tormenta, desde chico sentía una especial predilección por los días, y más todavía, por las noches lluviosas. Mientras miraba caer la lluvia a baldes, debajo de la galería, saboreando un café Ristretto, preparado con su máquina Nespresso, su BlackBerry 8300 Curve, también vibró.
Un nuevo correo había llegado, miró de costado la brillante pantalla...después de la @ se leía "pmo.gov.uk". Eso significaba una sola cosa, el correo era de la oficina de Gordon Brown, el Primer Ministro de Gran Bretaña.
En un domingo a la noche, siendo en el Reino Unido, casi las 2 de la madrugada, debía ser algo realmente importante.
Barragán leyó el correo, era muy corto: "Lo espero urgentemente. Ya conoce mi dirección. GB"
Barragán, ni lo dudó, debía viajar a Londres en forma inmediata.
Llamó a Paula, el solo intercambio de miradas, lo dijo todo, a los pocos minutos, ella apareció con dos carry-ons Tumi, con todo lo necesario para el viaje, siempre estaban preparados.
Ella le pidió solo unos minutos...para vestirse.
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