Nuestra comitiva avanzaba a gran velocidad, el trabajo de los motociclistas abriendo paso, era impecable, otras unidades de apoyo habían sido desplegadas a través de la ruta, incluso un par de helicópteros nos sobrevolaban.
Barragán había encendido su BlackBerry, el cual en instantes se había conectado a la red de Vodafone UK.
Inmediatamente se comunicó con Gordon Brown y se comprometió a visitarlo lo antes posible. Lo esperaban ansiosamente.
Lo sorprendía la habilidad conductiva de todos los miembros del equipo, parecían un ballet, la sincronización de movimientos, entre las motocicletas, los Jaguars de la custodia y el LTI era única. Obvio, eran verdaderos profesionales.
Llegaron a Buckingham Palace Road, en el número 41, se encontraba, justamente, "41" uno de sus hoteles preferidos en la ciudad.
Era un hotel extremadamente lujoso, con una ubicación envidiable, y más para éste viaje, con solo treinta habitaciones y una relación de dos personas de servicio, por cada huésped.
Los vecinos solían ser muy silenciosos.
Malcolm, el gerente general, lo esperaba en la puerta del hotel. Le dió un cálido saludo. Cómo esta Frankie? preguntó.
Frankie, había estado en el hotel con anterioridad y se había ganado el cariño de todo el personal, como era habitual. Su gran belleza física, lo hacía muy atractivo y llamativo, su carácter dulce, compraba a todas las personas, que le gustaban, o en caso contrario, asustaba. Manejaba con gran habilidad su transformación perro de compañía a perro temerario.
El hotel tenía un conserje para las mascotas, y todo lo inimaginable para servirlas.
Antoinette, quién era la gerente de recepción, también le brindó un cordial saludo a Barragán.
La Conservatory Master Suite ya se encontraba lista para él. Entre otras cosas, la caracterizaba el techo vidriado, lo cual permitía dormir bajo las estrellas en pleno centro de Londres, lo cual no era poca cosa.
Barragán entró, tomó una pera de la gran bandeja de frutas, abrió una Perrier, mientras sacaba de su maletín, su notebook, una Dell Latitude D 630.
Inmediatamente se conectó a la red wi-fi de alta velocidad de la suite.
Ingresó su password, se conectó al exchange server. Dió una rápida mirada a los correos, los múltiples filtros de spam, se habían ya ocupado de ahorrarle trabajo.
Solicitó un 41 Burger, junto con una cerveza Chimay (su preferida de las cervezas belgas).
Se pegó una ducha, se afeitó, desodorante, unas gotas de Hérmes BelAmi y a vestirse.
Ya le habían repasado la camisa blanca, inmaculada, de Turnbull & Asser, eligió un traje azul de tres botones, hecho a medida por su gran amigo Gianni Campagna, de Milán, corbata al tono de Hérmes y zapatos negros, también a medida de Lobb, los gemelos con forma de ositos panda, hacían juego con los dibujos de la corbata.
Consultó la hora en su Ulysse Nardin, GMT, y ajustó la misma, en su segundo huso horario, con la practicidad que únicamente el sistema patentado por Ulysse, permitía. Era el reloj indicado para los viajes. Cuadrante azul, correa de cuero del mismo color, buen calibre, excelente visibilidad y reserva de marcha. En el dorso, su conocido logo San Marco, y el No. 4160.
Era fanático de la marca desde muy chico, cuando se paraba frente a la vidriera de la joyería Escasany, en la Av. Santa Fe, en Buenos Aires, y disfrutaba de esos estupendos relojes, con el logo del ancla, la cual se encontraba con un fondo de cobalto azul en la cuerda, unida a su gran tradición naval, por siglos.
El LTI, lo esperaba en la puerta, salieron a toda velocidad para 10 Downing Street.
El capitán Mead, un galés iba al volante, como el capitán del avión, la tenía muy clara, moverse en Londres no era sencillo, un taxista debía prepararse en promedio 34 meses para obtener su licencia, luego de un promedio de 12 intentos.
En Buenos Aires, algunos, ni sabían donde quedaba el Obelisco...
No nos olvidemos, que el LTI, era el clásico taxi londinense, los black cabs, era el ideal para ser transportado.
Sunday, April 13, 2008
41
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