Monday, April 7, 2008

Pidiendo pista

Cruzaron el peaje del kilómetro 90, la lluvia continuaba, cada vez más fuerte, al igual que la velocidad del auto.

Cuando se dieron cuenta, ya estaban en Puerto Madero, camino a Palermo Nuevo.

Hizo un par de señas con la luces y el personal de seguridad de la torre, le franqueó la entrada, los controles de acceso de rutina, descendieron por la rampa al segundo subsuelo, estacionó el auto y subieron por el Fujitec al octavo piso en apenas segundos, sin la más mínima vibración, siempre le llamaba la atención la calidad de esos ascensores de altísima velocidad, que parecían inmóviles.

Ingresaron al departamento, encendió las luces desde el control remoto Bang & Olufsen, al mismo tiempo el magnífico equipo de sonido comenzaba a crear un ambiente muy especial, con Marvin Gaye y su Sexual Healing, dirigió sus ojos a Paula, y suspiró.

Al instante, un ladrido, profundo, era Frankie, su fiel Weimaraner, pronto, el 20 de abril, cumpliría ocho años. Su nombre era por Frank Sinatra, ambos tienen los ojos azules. Frankie, le había devuelto la alegría de tener un perro, después de la pérdida de Voltaire, el caniche mediano que lo había acompañado durante veinte años...

Mientras jugaban en la cocina, preparó dos capuccinos en la Nespresso y los sirvió en la mesa del living, junto con unos chocolates Lindt, más precisamente unos Lindor con relleno de chocolate, uno de sus preferidos y un par de vasos de San Pellegrino bien fría.

Marvin seguía cantando, la luz tenue del iGuzzini acompañaba, Paula con un simple movimiento desató el nudo de su vestido, se zambulló en la cama, como Marilyn Monroe, aunque en vez de Chanel Nro. 5, ella prefería unas gotas de Ligth Blue de Dolce & Gabbana.

Barragán no lo dudó, era momento de repetir Sexual Healing...

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