Arribaron al "41".
Como era habitual, Frankie, descendió primero, era incontenible, terriblemente ansioso.
Bajaron el escaso equipaje de Paula y Jorge, un asistente llevó el auto al estacionamiento.
Mientras Frankie, era saludado por personal del hotel. Había venido varias veces y desde cachorro, se había ganado el cariño de todos. Se peleaban por darle sus galletas.
Entraron al hall, y decidieron subir a las habitaciones, para encontrarse en media hora en el Executive Lounge, donde les prepararían un desayuno.
La recepcionista indicó para que acompañaran a Jorge a su habitación.
Barragán, junto con Paula y Frankie, se dirigieron a la Master suite.
Ingresaron, y se encontró con una cama Orvis, para él, similar a la que tenía en su casa en Buenos Aires. La gente del hotel se había preocupado por encontrar una en Londres. Era de origen estadounidense. Enseguida la probó, se tiró un rato.
Paula le comentó las últimas novedades de la oficina en Buenos Aires a Barragán.
Siguiendo el camino de su vestuario, se llegaba al baño. Una ducha reparadora, caliente era lo que necesitaba.
Un jean gastado, celeste, una remera básica blanca y una campera, era todo cuánto necesitaba. Sin olvidar unas gotas de perfume.
Bajaron, se encontraron con Jorge, el desayuno ya estaba servido, bandejas con frutas frescas de estación de los más diversos orígenes del planeta, cafés, normal y descafeínado, innumerables variedades de tés, mermeladas, panes, croissants, manteca, quesos, salmón. Definitivamente sabían como hacerle la madrugada, mucho más placentera a una persona.
Londres, es una gran ciudad, decidieron ir a visitarla todos juntos. El auto ya estaba disponible en la puerta.
Tomaron sus abrigos, camperas, paraguas, la lluvia continuaba.
Fueron recorriendo, visitando el Palacio de Westminster, la Torre de Londres, el Tower Bridge, los Royal Botanics Gardens, la célebre Trafalgar Square, Canary Wharf.
Si bien continuaba lloviendo, las precipitaciones eran ligeras.
El BlackBerry, no dejaba de sonar, la gente del SIS permanentemente ponía al tanto a Barragán de sus avances en la investigación, básicamente en las entrevistas que realizaban con los compañeros de escuela y del ejército, del Príncipe.
Barragán dió la orden para convocar a la Srta. K., como él la denominaba, para mañana a primera hora.
Se encontraría con ella en una pequeña posada en las afueras de la ciudad. No era conveniente exponerla a cualquier tipo de aparición pública, que pudiera entorpecer la investigación. Los paparazzi, poseían una gran facilidad para lograrlo.
La muerte de la Princesa Diana, todavía se encontraba presente. Era muy querida.
Le había dispensado a Barragán atenciones muy particulares en vida.
Sunday, April 20, 2008
Subscribe to:
Post Comments (Atom)

No comments:
Post a Comment